Había un runrún en el Palacio de Vistalegre bastante antes del partido. "¿Lograremos el récord de público?", se preguntaban los aficionados más madrugadores. Pronto se vio que no, que habría que esperar a mejor ocasión —por cierto, muy cercana—. Los 14.912 espectadores que se dieron cita hace diez temporadas en un Barcelona-Joventut dejarán de ser la entrada más multitudinaria del baloncesto español.

El asalto al récord está en marcha, y el acoso y derribo surtirá efecto: 40.000 personas en los tres primeros encuentros, a más de 13.000 de media. Ayer, la entrada se animó a última hora: 14.000. Fabuloso.

Sin embargo, la afición estuvo fría. Distinta. Esperaba el récord y se quedó de morros. Despertó a la vez que el partido, ya entrado el cuarto periodo. Hasta entonces, poquito baloncesto. Mucha lucha, muchas faltas, muchos rebotes. Mal juego. Ahí, en los rechaces de ataque —espléndido Felipe— Estudiantes logró abrirse hueco.

El Joventut, con los fallos en su tiro, hizo el resto. La ventaja colegial parecía definitiva (55-38, min. 25).

Pero había alguien, con cartel de jugador poco centrado, que se empeñó en salvar a su equipo, a la deriva. Sí, Tanoka Beard. Encadenó 15 puntos sin fallo entre el tercer y último cuarto —no hasta el final—. Luego, Maceo Baston olvidó sus problemas y renació como ave fénix. Voló por encima de toda la defensa estudiantil, se colgó del techo e hizo un mate que puso los pelos de punta a los presentes.

Ovación de gala y, casi, vuelta al ruedo. Entretanto, Espil clavaba sus triples. Resultado: 73-73 (min. 37). Garnett era la referencia/dependencia, y él ganó el partido. No hubo récord, pero sí primera victoria estudiantil en Vistalegre. Buen sabor de boca.