Ha sido elegido Jugador de la Semana en el Este y sus números se abren hueco en las biblias del baloncesto USA. Pero lo realmente grande es que LeBron James ya tutea a históricos de la NBA como Larry Bird, Magic Johnson o Michael Jordan. Al menos, desde la estadística (en el segundo año de todos ellos). En un imaginario duelo en las alturas, LeBron sale victorioso. Y acaba de cumplir 20 añitos.

James es noticia en la NBA. Lo ha sido desde que aterrizó en la Liga, pero sobre todo ahora que empieza a romper récords y ha sacado del pozo a Cleveland. Frente a Portland, se convirtió en el jugador más joven de la historia en firmar un triple-doble (dobles dígitos en tres categorías): 27 puntos, 11 rebotes y 10 asistencias. Y tres días después, repetía ante Golden State con 28 puntos, 12 rebotes y 10 asistencias. No es de extrañar, por tanto, que arrecien los elogios sobre este joven de Akron que irrumpió en la mejor liga del mundo con el pin de "nuevo Jordan", pin que se convirtió en una losa para Grant Hill, Vince Carter o Anfernee Hardaway. Otros, como Kobe Bryant o Allen Iverson, aguantan el tipo pese a la presión de Prensa y aficionados, empeñados en encontrar un nuevo mesías que llene el vació dejado por aquel 23 de los Bulls. Pero lo cierto es que desde que Jordan rompiera a Bryon Russell en Utah y ganara su sexto anillo, nadie ha olido a héroe como LeBron.

Ni siquiera su lesión en la cara, que le hace llevar una máscara, ha frenado su evolución, patente en la media de la última semana: 24,7 puntos, 10,3 rebotes y 8,7 asistencias. Cifras aún lejos de las del gran Oscar Robertson, que promedió 30,8 puntos, 12,5 rebotes y 11,4 asistencias en su segunda temporada con Cincinnati. Pero ése era otro baloncesto. En el de ahora, el de color, LeBron está demostrando que vale para mucho más que para ser portada de Sports Illustrated, vender zapatillas o lograr que la televisión nacional transmita partidos de High-School. Ha demostrado que juega al basket como los ángeles.