"Aprendí boxeo para defenderme en Little Rock"

Baloncesto | Richard Scott

"Aprendí boxeo para defenderme en Little Rock"

"Aprendí boxeo para defenderme en Little Rock"

Acaba de cumplir 300 partidos en la ACB. Ha jugado en Llíria, Sevilla, Granada, Fuenlabrada y ahora quiere ayudar al Bilbao a asegurar la permanencia

Acaba de cumplir 300 partidos en la Liga ACB y en septiembre celebra diez años en España. El tiempo vuela.

No me puedo hacer a la idea. Parece mentira que ya hayan pasado 10 años desde que llegué a Llíria.

¿Qué sabía entonces de España?

Casi nada. ¡Ojo!, sí sabía dónde estaba y algunas cosas que se aprenden en el colegio, pero nada de su baloncesto. Esperaba probar suerte en campus NBA, pero mi agente me habló de una oferta aquí y me vine. Pensé, bueno, voy a ganar algo de dinero, a formarme como jugador y luego, ya veré. Y aquí sigo diez años después.

Primera etapa, Llíria y el baloncesto EBA.

Fue duro. No podía hablar con nadie, porque no sabía ni una palabra de español. Seguía pensando que en unos meses podría volverme a Estados Unidos, pero mi madre me convenció de que me labrara un futuro aquí.

Luego Sevilla...

Allí he estado en dos etapas, las dos inolvidables. En ese equipo he jugado junto a monstruos como Michael Anderson, Warren Kidd, Andre Turner, Michael Smith...

La lástima, los títulos que se escaparon casi de la punta de los dedos.

Tiene razón. Dos veces quedamos subcampeones de la Liga ACB y otro año perdimos la Copa del Rey ante el Tau. Pero en Sevilla hice muchos amigos y disfruté del baloncesto.

Y de la ciudad.

Por supuesto. Hasta iba a la Feria, aunque no puedo decir que a bailar.

¿Granada?

Con Tinkle, Frankie King, Jordi Pardo... Seguía en Andalucía, pero hacía más frío, mucho más. ¡Uf!

Sólo salió de España para probar suerte en Turquía. ¿Decisión acertada?

Estuve en Ankara, pero hice bien en volverme. Aquella no es una liga profesional como la española. Además, la forma de vida era muy diferente, no se veía muy bien a la gente de color. Pasé página y volví a España, donde de veras disfrutaba.

En 10 años, ¿cuál es el jugador que le ha dado más quebraderos de cabeza?

No me viene ninguno a la cabeza; el que sí me viene es el mejor con el que he jugado: Andre Turner. Es el número uno, una gran persona y un profesional de los pies a la cabeza. Ahí están sus números.

Y ahora, en Bilbao, ¿sprint final y retirada?

Tengo este año de contrato y lo único que me importa es ganar seis o siete partidos para asegurar la permanencia. Mi deseo es ayudar al Bilbao a consolidarse entre la élite. Y seguir disfrutando de este país.

En el que han nacido sus dos hijos.

Sí. El niño, Roman, de 2 años, y la niña, Raven, de uno (nacidos cuando jugó en Fuenlabrada). En España me siento como en casa. Hago paella y tortilla de patatas, que vuelve loco a mi hermano. Me gusta el buen vino y aquí lo hay. Me gusta todo.

Para acabar, me puede disipar una duda: ¿quiso ser boxeador?

Eso es una leyenda. Mis hermanos y yo aprendimos a boxear porque mi padre quería que supiéramos defendernos. Le gustaba el boxeo, pero yo me decanté por el fútbol americano y luego por el baloncesto. Little Rock es un sitio en el que viene bien saber pelear (la ciudad figuraba en el ránking 2004 entre las más peligrosas del país junto a Camden, en New Jersey, Detroit o Atlanta).

De allí es Bill Clinton. ¿Le conoce?

No, el único contacto se remonta a 1991: nos felicitó por llegar a la final de la NCAA.

Otro título que se le escapó.

Sí, frente a Duke, que tenía a Bobby Hurley, Christian Laettner y Grant Hill. Un auténtico equipazo.

Perder así, ¿duele menos?

Un poquito menos.