Supongo que Zaragoza le traerá un recuerdo inolvidable. (Hace diez años ganó la Copa de Europa con aquel Real Madrid en el que Arlauckas y Sabonis llevaban la voz cantante).

Parece mentira que hayan pasado ya diez años. Fue un momento histórico para todos, para el club y para los que formábamos aquella plantilla.

A muchos sorprende que no siga jugando. Sólo tiene 32 años...

Sí, pero cuando te llega el momento, hay que saber dejarlo. Hay que ir hacia donde te lleve la vida. Hace año y medio acabé mi carrera en Treviso y pensé que era un buen momento para hacer otras cosas.

¿Como qué?

Pues me casé (su mujer es estadounidense) y ahora trabajo en una empresa de representación de jugadores. Hago de ojeador, de scout, elaboro informes. De todos modos, trato de seguir vinculado al baloncesto y, cuando tengo ocasión, vengo a la Copa del Rey, un torneo fascinante en el que disfruto mucho. Ya lo hice el año pasado en Sevilla.

Acaba de darse un abrazo con Herreros, que va camino del pabellón a entrenarse.

Es el único jugador al que conozco de la actual plantilla. Bueno, a él y a Tirso (Lorente), el segundo entrenador. Han cambiado mucho las cosas.

¿Y cómo ve a su ex equipo ahora?

Lo veo como un conjunto muy sólido. Serio, bueno en defensa e implacable en el plano físico.

Un equipo, por tanto, hecho a su medida; ¿se atreve a volver?

No, yo ya no juego ni pachanguitas. Ahora me toca ir por otro camino. Lo que tenía que dar en el baloncesto ya lo di en su momento. Y estoy muy satisfecho de lo que conseguí en mi carrera.