En la industria de Hollywood se dice 'Making it big': 'Hacer algo grande'. En Japón, fue una lección del mejor baloncesto europeo: nada al alcance del Hollywood de la NBA. En los playoffs de la liga estadounidense Dirk Nowitzki puede llegar a meter 50 puntos o más, sin que haya táctica ni jugadores capaces de defenderle. En el Mundial de Japón, un Nowitzki furioso de motivación y emulación firmó 14 puntos en 35 minutos ante una defensa combinada y rapidísima: cuatro furias rojas en zona... y Garbajosa en la busca y captura de Herr Dirk: quizá el mejor jugador europeo en la NBA.
Pero al baloncesto, como el mismo Dirk y sus mentores habían proclamado, se juega en equipo. Y por juego de equipo, será dificil ver hincar la rodilla a España en Japón.
En la NBA, este es el tiempo en que la mayoría de sus figuritas se dedican a los partidos benéficos y a los contratos publicitarios. Los estadounidenses que han venido a Japón lo han hecho en un alarde de vergüenza torera. Hay que tener valor para llamarse LeBron, Wade o Anthony y cruzar el Pacífico en busca de un equipo tan soberbiamente armado como el español. "Cada día que pasa, ellos podrán ganar menos y menos competiciones internacionales, porque sólo buscan la exhibición personal y los numeritos circenses. No saben tirar ni pasar, y los europeos les desbordan en el juego colectivo", proclama Geschwinder, mentor y padre espiritual de Nowitzki.
Geschwinder describía el inicio del España-Alemania: 4-7, tras dos canastones asombrosos de Nowitzki: "Estamos trabajando para que juegue de base". 8-10. Pau Gasol se sienta, tras dos faltas seguidas. 14-10, tras dos triples consecutivos de Navarro. Geschwinder: "Parecía que éste tenía el pie malo, y mírale". 17-10, triple de Garbajosa, en pleno cara a cara con Nowitzki: "El ataque de España circula a más velocidad que el de Alemania, y a ese ritmo, en la segunda línea alemana, Dirk y Femerling sufren cerca del aro para ayudar en las entradas de los españoles". Como hubiera sufrido cualquier esforzado en Dallas, Toronto o Miami.
Galope español.
Pau Gasol no volvería a jugar hasta la segunda parte. Con él en el banquillo, España empezó a galopar, un galope que nacía en las espuelas de una defensa de acero dulce. Una zona 2-3 combinada, ajustada o disfrazada en la persecución individual de Garbajosa a Nowitzki, impidiéndole recibir aquí y allí. Si Dirk subiera el balón, como pretende Geschwinder, tal vez todo hubiera sido distinto. "Que no se enteren en Toronto", ironizaba Jorge, un rayo de ejecución como Nowitzki no sufre en la NBA: 26-22 (primer cuarto), 38-28, 48-41... y descanso. En ataque, Calderón y Navarro eran dos vertiginosos ingenieros en la zona alemana, como dos purasangres a galope tendido sobre una marisma. "Fascinaban", diría de ellos Nowitzki.
Tras el descanso, con Pau Gasol, Alemania intentó crecer: 51-50. Para el gran equipo que es España, la intentona equivalía a una provocación en toda regla. De la provocación, al 71-55, y Nowitzki al borde del ataque de nervios. Aguantando los ataques de Gasol desde el poste bajo. Del 81-67 al 87-67, minuto 36, con triples de Calderón y Garbajosa. Se acabó Alemania y el recuerdo de Belgrado, y se acabó Nowitzki con 14 puntitos. Sólo pueden reencontrarse el último día.
En la final deberían estar sólo las estrellas que a Japón han venido desde el Hollywood de la NBA, y el gran equipo de este Mundial. Que es España, claro. La España del 'Making it big', la España que está haciendo algo grande.
