"Si hay opción de fichar a Ricky, lo intentaremos"

Foro Ferrándiz-AS | Ettore Messina fue el protagonista

"Si hay opción de fichar a Ricky, lo intentaremos"

"Si hay opción de fichar a Ricky, lo intentaremos"

reportaje gráfico: macario muñoz

El Foro Ferrándiz-AS tuvo ayer como invitado al nuevo entrenador de baloncesto del Real Madrid, Ettore Messina. El italiano lidera un proyecto ilusionante y ambicioso. "El fracaso sería no llegar a las finales", comentó quien aterriza en España con cuatro Euroligas en su haber.

Ettore Messina era un chaval en la Italia de los años 60 -aquella de vespas y seiscientos-, cuando el baloncesto europeo vivía una revolución de la mano (y pizarra) de Pedro Ferrándiz. "Crecí viendo en la tele aquellas finales de Copa de Europa entre el Real Madrid y el CSKA. Y ahora estoy aquí... rodeado de todas estas fotos históricas", dice Messina mientras apura el café. El "aquí" es Alcobendas, donde el técnico italiano (30-9-1959, Catania) protagonizó un Foro Ferrándiz-AS que habló baloncesto incluso cuando la pelota cayó a pies de Jorge Valdano.

Messina es la gran esperanza del Real Madrid para devolver la luz a su sección de baloncesto. Lo sabe, aunque pide calma: "No tengo un equipo, lo estamos construyendo. Y si estamos cambiando algo es porque pensamos que en los últimos años el equipo ha llegado a un nivel que no podía subir más. Hay que valorar las cosas cuando la plantilla esté acabada. Pido que no se me juzgue a mitad del camino". Habla de paciencia, de no querer anotar antes siquiera que los dos quintetos estén en pista. Y ahí, Messina cuenta con el respaldo de Jorge Valdano, director general del club, quien tras una frase con su sello ("es verdad que el fútbol fagocita"), afirmó: "Tenemos en esta ocasión un proyecto que queremos que sea protagonista en España y en Europa. Queremos hacerlo sin urgencia. Queremos ser los mejores, pero hay tiempo. Es a medio plazo".

Sin embargo, hay un runrún, una pasión en el aficionado madridista al baloncesto. Entre los jóvenes y no tan jóvenes, como por ejemplo Pedro Ferrándiz, quien tras su ingenioso inciso -"estando presente Jorge Valdano pido excusas por mis notables fallos lingüísticos"- comparaba a Messina con el Santo Grial, "visible durante mucho tiempo y no accesible". Poco antes, en su despacho, Ferrándiz reconocía la ilusión que le causaba la llegada del italiano al banquillo blanco: "Estos últimos años han sido de mediocridad. Me alegro de que estés aquí".

Messina sabe dónde se ha metido. Y cuando se le pregunta qué siente, responde con una palabra, "presión", mientras se coloca una piedra imaginaria sobre la nuca. Presión, que no miedo. Cuatro Euroligas y un sinfín de títulos son la mejor credencial de un entrenador que tras Bolonia, Treviso, selección italiana y CSKA de Moscú aterriza en Madrid.

Pese a ese currículo, Messina quiso presentarse a quienes llenaban el salón de actos de la Fundación. Y lo hizo a través de sus ideas: "Me gustaría explicar cómo entiendo mi trabajo. El entrenador es el responsable de aglutinar personas y caracteres distintos. Tengo muy claro que las personas, y no los jugadores, van a jugar conmigo, y no para mí. Tenemos que ser como una comunidad. Lograr que personas que piensan distinto puedan convivir juntas. Hay dos tipos de reglas: en la pista y fuera. No estoy paranoico con las reglas fuera de la cancha porque, si nos respetamos, es normal que lleguemos puntuales y nos saludemos cuando nos veamos. Y en la pista hay dos cosas fundamentales: que los jugadores entiendan que es importante defender como equipo y que en ataque se pasen el balón. Luego entrarían en juego los sistemas, que cambiarían con las características de los jugadores, pero lo importante son estos dos conceptos. Porque el egoísmo es lo que mata a cualquier equipo". Messina adereza su discurso con guiños a España. Ya sea aludiendo a nuestro cine o nuestra cultura (pesa lo suyo que su hermana Gemma viviera once años en Madrid) o como cuando, al ser informado de que en el salón de actos hay overbooking, bromea: "Los que tengan tarjeta de Iberia Plus, pueden ir pasando".

Velickovic.

Ettore intenta construir equipo mientras busca piso ("estoy mirando por el barrio de Salamanca, soy urbanita y quiero vivir en la ciudad") o un colegio en el que su pequeño, Filippo (cuatro años y medio), reciba clases en español. Ya en el parquet, Novica Velickovic y Darius Lavrinovic son las dos primeras caras nuevas de su plantilla. Habrá más, aunque el mercado se retuerce y trata de escapar al órdago de Florentino Pérez. A la espera del gran fichaje, Messina piropea a Velickovic: "Ojalá ese gran fichaje pueda serlo él, que ha jugado en un club importante como Partizán aunque sin la presión del Real Madrid. Pero creo que nos puede dar una dimensión distinta en la Euroliga". De repente, como un asistencia sin mirar y por la espalda, el nombre de Ricky Rubio bota en Alcobendas. Messina coge el balón y dice: "Es un jugador interesante y si hay una oportunidad de hacer algo con él, el club lo va a intentar, a pesar de que no es mi trabajo hablar de esto. Es un jugador que puede dar mucha ilusión a los que trabajan con él y a los que van a verlo. Se encuentra en una situación delicada, con mucha presión y muchas expectativas a su alrededor, pero tiene cualidades para ser un jugador de primer nivel. Lo comparo un poco con Manu Ginóbili, tiene la habilidad de ser divertido y serio en los momentos oportunos".

Pero el fichaje de Ricky se dilata y encarece, sobre todo por andar inmerso el Madrid, apunta Juan Mora, subdirector de AS. "Eso siempre pasa con este tipo de clubes a los que se supone un gran nivel financiero. El Real Madrid ficha en primera opción. Hay que pagar esa cuota adicional", precisa Antonio Maceiras, director de la sección. El de Ricky sí que sería un fichaje galáctico, aunque parece que esa palabra no cuaja en Messina, quien al ser presentado por Juan Mora como "entrenador galáctico", niega tres veces: "No, no, no".

Fracaso.

Lo que en verdad preocupa al italiano es que todas las piezas encajen. En cuanto al alero, afirma: "Necesitamos a un jugador que pueda meter puntos y, sobre todo, que juegue los partidos importantes. Espero conseguir a un jugador que sepa producir su nivel en partidos bajo presión. Algunos tienen estadísticas fantásticas ante los rivales que están a partir del puesto séptimo, pero contra los primeros bajan su rendimiento". Por eso hay que meditar cualquier cambio en la plantilla. Como los de Oleson y Hervelle, sobre quienes Messina aclara: "Están con nosotros y tenemos confianza en ellos. Los he visto a través del vídeo y hay que ver ahora cómo trabajan".

Para eso aún queda tiempo, pues la pretemporada se retrasa a finales de agosto por la disputa del Eurobasket. Será en octubre cuando realmente arranque el proyecto blanco de Messina, a quien alguno empieza ya a exigir títulos. "¿Sería un fracaso pasarse la próxima temporada en blanco?", preguntaron. "Para el aficionado, sí. Un entrenador o un directivo pueden hacer una lectura distinta y analizar qué es lo que ha pasado. Para mí, un fracaso es no llegar a las finales, porque luego juegas a un solo partido y puede pasar de todo. Siempre dije que es más difícil llegar a una Final Four que ganarla".

Lo dice él, que ha ganado cuatro -dos con Virtus Bolonia y dos con CSKA Moscú- y que suena, año tras año, para convertirse en el primer entrenador extranjero en dirigir a un equipo de la NBA. Dos chavales, como lo era él en aquella Italia de los 60, sentados en las escaleras, se lo preguntaron: "¿Por qué fichaste por el Real Madrid y no por un equipo de la NBA?". "Los equipos de la NBA hablan y el Real Madrid me quería. Es como si una novia te dice 'Mmm' y otra te dice 'vamos a dar un paseo". Aquí empieza el paseo para Messina, un amante de la ópera que sueña con abrir un café literario en Bolonia. Un técnico de quilates que desveló por fin lo que le hizo firmar por el Real Madrid. "Fue clave que Florentino me dijera que el entrenador de baloncesto tiene plaza en el palco del Bernabéu". Eso sí que es una cláusula irrechazable.