El Bizkaia Bilbao Basket tenía todo a favor, especialmente la guerra por ocupar el Buesa y los pronósticos, pero se desarmó lastimosamente. El gran sueño era Europa y ayer éste le dio la espalda a un equipo medroso, incapaz de ganar ni un cuarto ante un Alba menos talentoso pero más listo. El proyecto vizcaíno de este año podría haberse salvado en la Eurocopa, pero se naufragó.

El equipo alemán salió con dos conceptos claros para alejar de la final al BBB: no permitir ni un balón ajeno en la zona para ser jugado de espaldas, y buscar con paciencia sus ventajas en ataque, normalmente con cuatro jugadores abiertos y un bloqueo central para enganchar la continuación de un grande, principalmente Chubb. Si no funcionaban las cosas, siempre estaba el uno contra uno de los eléctricos norteamericanos del perímetro. Así es su técnico, Luka Pavicevic. Su intervencionismo en los partidos es tan relevante que el último empujón al esférico lo da él con sus bufidos desde la banda. El Alba no es sólo un equipo, es una idea originada en el laboratorio de los duendes serbios que aprendieron con Nikolic.Y el Bizkaia notó esas asperezas en su piel. Hoy las sufrirá el Valencia. El honor de la ACB está en juego