El Barça tiene medio título en la mano. Queda salvar un último escollo: el efecto Miribilla. Un pequeño detalle en el que encallaron Power Valencia y Madrid. El cuadro azulgrana cuenta, eso sí, con el colchón asegurado de una posible quinta batalla en el Palau. Encaramado al 2-0, no está dispuesto a conceder ni una oportunidad a su rival bilbaíno y desea alzarse por la vía rápida con su decimosexto título de Liga ACB.

Los acontecimientos que sucedieron al segundo asalto han enturbiado la serie. La trifulca en el túnel de vestuarios, encabezada por Morris y Anderson, en la que se implicaron Mumbrú, Hervelle y Banic, puede encender la mecha en cualquier momento. Es más, el pívot norteamericano del Barça se encaró con un grupo de seguidores bilbaínos en el párking del Palau y tuvo que ser escoltado por los Mossos.

El técnico azulgrana, Xavi Pascual, aludió a que en su etapa en el Palau jamás había visto un partido con tanta dureza, y en Bilbao saltaron como resortes. "No entiendo por qué necesita mandar un mensaje a nadie. No tengo ninguna duda de que si necesitan ayuda la van a tener", replicó su colega Katsikaris, quien puntualizó: "Mi equipo es sólido, pero no somos violentos ni sucios".

Miribilla ha mudado ya su célebre efecto para colgarse hoy otra sensación más ardiente: el infierno griego, término acuñado por Aaron Jackson. "Es probablemente una de las mejores experiencias que he vivido. Lo llamo el infierno porque cuando las gradas se ponen a animar, esto se parece al caos", destaca el base.

El Bizkaia podrá contar con Sonseca, recuperado de la fisura en un tobillo. "Espero no llegar tarde. Todos queremos forzar el desempate", afirmó ayer el pívot madrileño.