El Gescrap tiene en su mano hacer historia colándose en un lujoso banquete sólo reservado para los ocho mejores equipos de Europa. Un éxito maravilloso para un sensacional equipo, con filosofía, cultura de basket, respaldo social y paciencia. Jamás se dejó llevar por el desánimo por un mal comienzo liguero, que le dejó fuera de la Copa, y esta noche puede llevarse un premio precioso en la cancha de otro grande de nuestro baloncesto, el Unicaja, crispado y en derribo, pero que tiene el orgulloso honor de haber jugado de manera ininterrumpida los últimos siete Top-16 de la Euroliga.

Kostas ya está recuperado. Mientras Mavroeidis pone la nota épica: "Vamos a luchar como guerreros", paliando las dos semanas de baja de D'or Fischer. El deprimido, nervioso pero siempre digno y racial Unicaja de Chus Mateo ofrece el regreso del estadounidense Mark Payne, recuperado de su lesión, para compensar la triste ausencia del gran Jorge Garbajosa, mes y medio lastimado. Unicaja se juega su honor y que la Euroliga no le mire con lupa; Gescrap Bizkaia, la gloria de los grandes.

La desbordante y esperanzadora bonanza que desprende el colectivo vizcaíno contrasta con la situación de crispación deportiva y social que azota al Unicaja. El pasado domingo el público mostró su disconformidad, de manera bastante amarga y abrupta, con el juego de su equipo. El presidente, Eduardo García, se mostraba 'demasiado tranquilo'. Piensa que, en la campaña que viene, su equipo tendrá asegurada una plaza en la Euroliga, pero el organismo continental mira con lupa al baloncesto español. Cuatro plazas parecen demasiadas y más, si una de ellas es para un equipo que, posiblemente, se marche de vacío de este Top-16. Mientras Málaga tiembla, Bilbao empieza a preparar su pequeña fiesta.