Gescrap Bilbao, sufriendo más de la cuenta, logró sellar su trabajado pase a los cuartos de final de la Euroliga tras derrotar a un Unicaja en plena fase de liquidación por derribo. El equipo de Chus Mateo, sin los lesionados Garbajosa, Darden y Fitch, el enfermo (con faringitis) Valters, el mermado Freeland y el desaparecido en combate Sinanovic plantó cara, más por desaciertos de su rival que por méritos propios, en un partido que fue sencillamente deplorable y en el que los hombres de Katsikaris no supieron administrar una superioridad basada en el horrible momento de un adversario en cuyo circo han crecido los enanos.

Crisis de ataque.

Los bajos guarismos reflejan lo que fue la contienda. Un primer cuarto malo de solemnidad y unos segundos diez minutos que acreditaron un paupérrimo parcial de 6-9. El resultado con el que se llegó al descanso fue de minibasket: 22-24. Baloncesto del siglo pasado.

Los bilbaínos trataron de imponer su ley (43-48, minuto 34), un estirón neutralizado por una escandalosa fase de errores increíbles. Bilbao estaba como un flan porque se jugaba la vida; Unicaja, la dignidad. Con 51-50 a falta de 2:16, Katsikaris pidió tiempo muerto. Y en tan apurado trance apareció, de nuevo, el talento del gran Raúl López, que anotó un triple maravilloso, dio una asistencia de lujo a Banic (51-55) y no tembló en los tiros libres. Susto superado. Y ahora espera el ogro del Viejo Continente, el CSKA. ¡Casi nada!