Zeljko Obradovic estará en la duodécima Final Four de su carrera como técnico. Es la séptima vez que lo logra con el Panathinaikos (alcanzó dos con el Madrid y una con Partizán, Joventut y Benetton) y en esta ocasión tiene que agradecérselo a Diamantidis, una estrella que con su maestría, sus puntos (25) y su sangre fría evitó que el Maccabi, otro clásico de las finales a cuatro (10), diera la sorpresa en un OAKA a reventar.
Y es que cuando parecía que el equipo griego iba a cerrar el partido (73-61, min. 34) llegó la reacción de bravura macabea, culminada con tres tiros libres de Pnini para el 85-85, a siete segundos del final. Pero Diamantidis se guardaba una nueva genialidad. Tras recibir la falta de Hendrix y meter sólo uno de los lanzamientos, desbarató la última oportunidad israelí con un robo definitivo. Al Panathinaikos le espera el CSKA en Estambul.