En medio de tanta celebración madridista, el Barça se dio una tregua con el baloncesto. Valía para poco, pero se aseguró el primer puesto. Menos da una piedra, y más porque estuvo al borde del KO, de sufrir una ración doble de alegría merengue. Frenó el arreón a tiempo y acabó volando con las alas de Navarro en un gran final. Ahí, en esos minutos donde a veces los héroes llegan con capa y salen desnudos, los de Laso tiraron por tierra un partido magnífico. La antítesis de la Copa.
Venció el Barça por tres puntos, pero si apagamos el marcador y atendemos a sensaciones, vimos una X en la quiniela. El Madrid nos aclaró que en los dos últimos meses no languidecía, que estaba tomando cañas, sesteando, guardando fuerzas, si prefieren. Que si hay que ir se va, pero ir para nada... Empezando por Tomic, que es ver al Barça y cambiarle la cara. Camaleónico, pelín canalla también. En diez minutos recuperó el escudo en el pecho que le reconoce como el mejor cinco de la pasada ACB: 13 puntos y 20 de valoración. Imparable, y más ante la defensa culé, que opta por defenderle en uno contra uno sin ayudas. Supo castigarla. A partir del croata, de la mejor versión de Velickovic (creó espacios y rompió con velocidad) y de un eficaz Suárez (de diez en el pase), el Madrid fluía como un espíritu libre. Y el rival atrapaba sombras atrás. Siempre tarde, a remolque, desquiciado Pascual (técnica incluida que luego surtió efecto) y Navarro, que protesta lo que otros jamás podrían.
Laso tiraba entonces de manual, el de la rotación por sistema, y daba banquillazo a Tomic. Pero Carroll y Mirotic cogían el testigo: 34-47. Minuto y pico después, con la bocina del descanso, La Bomba la enchufaba desde su campo para dejar al Barça a seis. Justo ahí la balanza se equilibró y ya daba igual que la valoración parcial amenazara paliza (37-62).
El Barça había vuelto, pese a que el Madrid mantuvo la calma hasta ocho minutos del final: 68-76. Carroll se cegó en el duelo con Navarro y los azulgrana firmaron un parcial de 11-0 (79-76) con los Sergios, Singler, Reyes y Begic en pista. No era el quinteto, no entonces. La defensa culé había dado un giro a la tuerca, asfixiaba, y al Madrid le faltaba aire. Mientras erraba tiros abiertos, Navarro clavaba 12 tantos. Triunfo, liderato y empujoncito antes de la Final Four. Y para todos, clásico vibrante, sin zarandajas especulativas. El Barça sí sabe divertir, el Madrid sólo sesteaba. ¡Qué playoffs!
