Qué grande es el baloncesto y qué importante el factor mental. Los miedos y las ambiciones, el temple y la confianza; el carácter. Y a qué velocidad se mueve, tan rápido, que si dudas, el rival te pasa por encima como una la locomotora. Le ocurrió al Madrid el miércoles y volvió a suceder ayer, pero esta vez el atropellado fue el Barça­. Los blancos salieron del ataúd a menos de seis minutos del bocinazo final, cuando los azulgrana tocaban el 2-0, acariciaban título y medio.

Ganaban por nueve (65-56) y habían maniatado al adversario, de pies y manos. El Real apenas sumó nueve puntos en el tercer cuarto y en la mitad del último añadía otros siete. No encontraba soluciones con un equipo de bajitos, pero Laso lo mantuvo: los Sergios (fe ciega), Carroll, Mirotic y añadió a Tomic por Reyes. El capitán robaba rechaces, pero su equipo necesitaba la amenaza del croata al poste, sus 2,17. El paso al frente, sin embargo, lo dio Sergio Rodríguez, en un estado sublime (4 de 5 en triples y 18 de 23 en todos los playoffs). Cogió el toro por los cuernos y se subió a él. Lo domó y galopó por encima del Barça. Tres triplazos, otro de Mirotic, cinco puntos de Carroll y los blancos pasaron de esos exiguos 16 puntos en lo que iba de segunda parte a descerrajar 19 en los últimos cinco minutos.

El talento se desbordaba, y como cuando una presa se rompe, resultó incontrolable. Arrasó el Palau, al Barça: 1-14... 3-19 de parcial devastador y desquite a lo bestia del Madrid. Se olvida del Huertazo, recupera el factor cancha y puede rematar en el Palacio

Pero no entierren al equipo culé. Perdió, sí, y arrastra ahora esa carga y el desgaste de Navarro y Ndong, pero subsanó las lagunas del primer día: ajustó de maravilla la defensa, al menos, hasta el sprint final, cuando una zona 1-3-1 ordenada por Laso lo inhabilitó en ataque. Atrás quedaba la exhibición de Lorbek, porque el Barça tiene estrellas, pero el Madrid una plantilla de gran clase, que ya sabe sufrir y defender. Hay final y en La 1.