"Nunca he jugado por mí, sino por mi familia"

Marcus Slaughter

"Nunca he jugado por mí, sino por mi familia"

"Nunca he jugado por mí, sino por mi familia"

JAVIER GANDUL

San Leandro, California, 1985. Su energía defensiva, sus mates y sus tapones empujan al Madrid. Cuando tenía 11 años mataron a su hermano y eso casi le aleja del baloncesto, pero aquí está. Descalzo mide entre 2,03 y 2,04 m, tiene una envergadura de 2,13 y salta en vertical 96 centímetros.

Ha llegado a la élite, pero su camino no ha sido fácil. De niño apenas practicó el baloncesto. Tiene una historia dura.

Jugaba algo en el colegio, pero nada organizado. Prefería ver cómo lo hacía mi hermano mayor (Jemall). Además, mi familia cambió varias veces de casa, siempre en el estado de California, y no ayudó a que estuviera en algún equipo. Y luego...

Asesinaron a su hermano mayor.

(Jemall tenía 18 años en 1996 y un exdetective le disparó al abrir la puerta de su apartamento. El chico estaba charlando con su novia, de 15 años, la hijastra del policía, que fue condenado a una larga pena de cárcel.)

Sí, fue una pérdida durísima, muy difícil de asimilar. Me costaba actuar, seguir con mi vida. Nada merecía la pena ni me motivaba. No quería hablar con la gente ni ir al colegio. Cambió mi forma de ser. Necesité terapia, ayuda profesional. Antes de que pasara era alegre, me emocionaba, gritaba, bailaba... Después, no.

Usted apenas tenía 11 años y no empezó a jugar al baloncesto hasta los 17. ¿Qué sucedió para que diera el paso?

Mi padre vino un día y se puso a hablar claramente conmigo de mi vida, de mi futuro. Me hizo entender que así no podía seguir, que era alto, que físicamente tenía condiciones, que por qué no probaba con el baloncesto. Y me dije: 'vamos a intentarlo'. No sabía si llegaría lejos o acabaría trabajando en una hamburguesería.

¿Es cierto que todavía hoy cada partido lo juega en homenaje­ a su hermano?

Sí, nunca he jugado por mí, en absoluto, no quiero reconocimientos; lo hago por mi apellido, por mi familia, por eso sigo y sigo, por mi hermano.

Ahora se le ve alegre, siempre de buen humor.

Sí, soy un tipo muy, muy feliz. El camino ha sido difícil y largo, pero he aprendido a disfrutar de cada situación en la vida, en la cancha y fuera.

Hace unas semanas su padre, Dwight, estuvo en Madrid viéndole jugar. ¿Qué le dijo?

Le pareció todo fantástico: el equipo, la gente, el Palacio muy grande. Está muy contento por mi actual situación. Él jugó al baloncesto a buen nivel, pero era más bajito, un base.

Evolucionó rápido y logró una beca universitaria en San Diego State­. Pero en 2006 decidió entrar en el draft. No salió elegido.

Eres joven y te puede el deseo, crees que puedes estar, pero ya no pienso en la NBA y sí en disfrutar el presente. Imagine que tengo la oportunidad, voy y no soy feliz cuando aquí sí lo era. Además, el Madrid no está tan lejos de la NBA en organización. Puedes ir a los Lakers, a Nueva York; pero los Bobcats es como esto, o incluso el Madrid es mejor. Cuando sales de EE UU descubres un mundo que no conocías. Otras ligas, culturas, gobiernos, otras formas de ver los asuntos. Lo hablaba con Dontaye (Draper­) cuando fuimos a jugar a Memphis­. El mundo es demasiado grande.

Su primera experiencia europea fue en Turquía, en Izmir, en la temporada 2006-07. Imagino que sería un gran cambio.

Sí, un gran choque cultural en un país de mayoría musulmana. No sabía bien cómo comportarme para no ofender a nadie. Fue difícil. En Francia, Alemania y España la religión quizá no tenga tanto peso.

También jugó en el Hapoel Jerusalén. ¿Alguna anécdota, algo que no olvidará?

En un partido, a falta de dos minutos, la afición visitante estaba como loca y alguien tiró algo a la pista. Los de seguridad corrieron, lo cogieron con la mano y explotó. Un ruido fortísimo, humo. Era Israel y pensé en cohetes, misiles... 'Oh, vamos a morir'.

Háblenos del vestuario del Madrid, ¿existe tan buen ambiente como se intuye­ desde fuera?

En otros equipos los jugadores locales y los americanos van por separado. Aquí el feeling­ es diferente, hay buenas personas, te sientes cómodo.

¿Tienen margen de mejora?

Por supuesto, y mucho. Podemos progresar en todo. Las expectativas son altas y resulta normal en un equipo grande. De momento tenemos un trofeo de uno jugado (Supercopa). Queremos ganarlo todo, cada partido, cada competición.

¿Y sus tiros libres?

Me puedo comparar con Dwi­ght Howard y eso es muy malo. Practico mucho, mejoraré.