La extraordinaria exhibición y el desgaste físico de Juan Carlos Navarro en el choque del pasado domingo ante el Real Madrid le han pasado factura. Hoy no jugará en la pista del Khimki a causa de una sinovitis (inflamación) de su tobillo derecho y ni siquiera viajó ayer con el equipo.
Lo cierto es que el estado físico de Navarro, que arrastra una fascitis plantar aguda en su pie izquierdo que debe ser tratada constantemente, pasa por etapas de altibajos. Pero la necesidad del equipo de contar con su capitán, su genio y su garra, hace que algunas veces juegue al límite.
Hace un mes ya no se desplazó a Estambul para visitar al Besiktas por la misma lesión que ahora. El 17 de diciembre sufría una rotura fibrilar en el bíceps femoral de la pierna derecha y reaparecía, milagrosamente, ante el Unicaja el 23.
El Khimki, con Zoran Planinic y Fridzon por fuera y Loncar y Paul Davis por dentro, es una escuadra temible en su cancha, donde suma siete victorias consecutivas. Una seria prueba para los de Pascual.