BARCELONA 91 - LA BRUIXA D'OR 63

En una palabra: Hezonja

La perla azulgrana firma su mejor partido con el primer equipo y termina con 26 puntos en un triunfo sin historia. Sin triples de Pullen, brillaron también Sada y Lampe.

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Fue un partido sin historia, otro más en esta desigual ACB en la que, en este momento ya determinante de la temporada, los grandes se centran en sus batallas europeas y por el camino van aplastando rivales en la competición doméstica. Ocho días después de la paliza al Valladolid y un día después de que el Real Madrid ventilara al UCAM Murcia con un +37, el Barcelona rozó la treintena de ventaja (la tuvo en el último minuto: 91-60). Sin pisar el acelerador, con los minutos de tensión competitiva muy limitados y ante un Bruixa d’Or que está fuera de los puestos de descenso y que jugó con la certeza de que su Liga se decide en otras pistas. No en un Palau donde no gana desde octubre de 1996, con Joan Creus entonces en su bando… y en la pista. Desde allí, catorce derrotas seguidas y un histórico total de 34 en 36 visitas a pista azulgrana.

El partido fue un ensayo destensado en el que el Manresa se sostuvo 13 minutos (26-25) ante la dejadez de un Barcelona que en su versión actual (20-3 en 2014) no necesita ni la cuarta parte de sus cinco sentidos para ganar partidos así. No es demérito del Manresa, que no jugó desde luego su mejor partido, sino la realidad de unas brechas de presupuesto absolutamente desorbitadas. No hay más. En números razonables (64-50 ya en el último cuarto) a pesar de su montaña de pérdidas (17 al final), el equipo manresano acabó desbocado y encajando un 15-0 que puso un marcador algo más cercano a la diferencia real ya con el partido llegando a su fin. Un parcial dirigido, alimentado y propulsado por Mario Hezonja.

Porque fue un partido sin historia pero que deó unas cuantas historias. La principal, desde luego, Hezonja. Croata de 19 años y una de las promesas más deslumbrantes del baloncesto europeo, se destapó con su mejor partido en ACB en el día en el que Abrines era baja por problemas de rodilla y en el que descansaron muchos minutos los Navarro, Oleson o Papanikolau. Quien no le conociera, ya no tiene excusa: mide 2’02 y es un escolta/alero con manejo de base, capacidad reboteadora de 'tres' alto y unos movimientos con aroma instantáneo a grandeza. Algún día será una gran estrella, no puede ser de otra manera, y quizá entonces recordemos este partido intrascendente al que decidió dar sentido con una exhibición: 26 puntos, 17 en un último cuarto sencillamente genial, a ritmo de triples (4/5), mates o canastas imposibles a aro pasado. Tiene físico y muñeca de jugador con mayúsculas, un talento que se le cae de los bolsillos y toda la vida por delante. Es buenísimo, va a ser mucho más que eso. Y venía, recuerdo, de hacer 15 de valoración en Valladolid. Esta vez el doble, 30. ¿Todo el Manresa? 44.

Más historias: Pullen, después del homenaje de la ACB, falló el único triple que intentó y se quedó sin anotar. No se volvió loco ni se salió del guión y jugó serio, cada vez más integrado en la rotación y con menos necesidad de dejar fuegos artificiales. Como Hezonja o Todorovic, forma parte del grupo de jugadores que conforman el plan B de Pascual y que han ido aprovechando estos partidos de entreguerras continentales y baja exigencia para ganar confianza y presencia. Una buena gestión de una plantilla inacabable que pone una incógnita ahora en un Lampe que parecía ya un outsider irrecuperable. 17+7 en Valladolid, 17+6 esta vez. Con buena actitud y sin un aspaviento. ¿Reinserción o maquillaje? Esa es la cuestión.

Sada, algo esquinado por la aparición de Pullen, jugó con la energía en niveles máximos y también sacó provecho de un partido que Tomic y Huertas gobernaron a su antojo y sin sudar cuando estuvieron en pista. La peor noticia para el Barcelona, seguramente la única, fue el mal partido de un Lorbek que lo intentó todo y por eso se descubrió más. Sus movimientos tienen la finura de siempre pero falla el golpe final, casi siempre por una cuestión de explosividad o fuerza: físico.

En el Manresa tuvieron su momento Eriksson o un Monroe que cargó con el equipo a sus espaldas. No enseñó casi ninguno más de los motivos que le tienen con justicia fuera de la zona de descenso... aunque a un solo partido del precipicio. No era su día porque, más allá de las diferencias abrumadoras que agotan la competición, la mañana pertenecía a Hezonja, un genio que eligió este día para derribar la puerta.