UNA HISTORIA INCREÍBLE

Procopio, el 'Jack Bauer' de Kobe Bryant, trabaja para los Mavs

"¿Quién es el mejor que puedo fichar que no esté ya en la NBA?", se preguntó Cuban. Y era Mike Procopio, al que Kobe regaló un anillo de campeón con su nombre en 2010.

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Procopio, el 'Jack Bauer' de Kobe Bryant, trabaja para los Mavs

De Kobe Bryant sabemos que es uno de los mejores jugadores de la historia y un competido salvaje que hace lo que sea necesario para ganar. De ahí sus cinco anillos y un aura que le ha acompañado sobre todo en la segunda parte de su carrera NBA, ya como definitivo e incontestable jugador franquicia de los Lakers. Como Garnett o Duncan, Kobe ha desafiado al test del tiempo a base de entrenamiento y sacrificio más allá de cualquier límite. Hacer lo que sea necesario para ganar: un mantra que le ha acompañado en una caza eterna de la sombra de Michael Jordan que algunos, como Kevin Durant, creen que ha situado al de los Lakers al menos al mismo nivel que la leyenda de los Bulls.

Hacer lo que sea necesario para ganar incluye, por supuesto, preparar los partidos con una dedicación extrema y pidiendo ayuda a cualquiera que la pueda prestar. Ahora, Suffolk Magazine cuenta la increíble historia de Mike Procopio, director de desarrollo de jugadores de Dallas Mavericks y hace unos años analista en la sombra al servicio de Kobe Bryant.

Hasta el punto de que Kobe le llegó a definirle como su ‘Jack Bauer’, en referencia el heroico agente de la Unidad Antiterrorista que es santo y seña de la emblemática serie ‘24’: “Es mi Jack Bauer. Fue mis ojos y mis oídos. Cuando jugaba usaba toda la información que él me había dado, todos sus scoutings, sus vídeos editados… todo. Fue fundamental para mí”.

Kobe habla, no es cualquier cosa, de los últimos dos viajes hacia el anillo de los Lakers, en 2009 y 2010. Ante el reto de medirse en playoffs a las mejores defensas de la NBA, en un sentido colectivo e individual, el escolta de los Lakers recurrió a Procopio, un estudioso que después montó una consultora y que finalmente ha sido contratado por Mark Cuban, que buscaba “al mejor posible” para la parcela del desarrollo de jugadores.

En 2009, Kobe encontró en Procopio el remedio para superar a Shane Battier, cuya defensa se le solía atragantar. Los Lakers jugaban contra los Rockets en segunda ronda del Oeste. Procopio no sólo fue capaz de decirle a Kobe que contra Battier tiraba mucho y sin una buena selección de lanzamientos, cosa peliaguda, sino que descubrió la clave: no se trataba del uno contra uno en sí sino de la forma en que Battier llevaba a Kobe directamente hacia Yao Ming para que el gigante chino dinamitara los porcentajes de la Mamba Negra. Gracias al análisis de su consejero, Kobe firmó sus partidos más eficientes contra Battier, con un 45% en porcentajes y 27 puntos por partido: los Lakers ganaron la serie, 4-3. Después, el título.

Kobe se quedó con la matrícula de Procopio y empezó a trabajar con él. Un año después, los Lakers buscaban el repeat en la final de 2010 contra los Celtics. El entramado defensivo de Doc Rivers, con Garnett como ancla, había sacado de quicio a Bryant en la final de 2008. Esta vez, 28’3 puntos por partido y MVP de los finales para Kobe, que ganó su quinto anillo gracias en parte (en gran parte según él mismo) a los consejos de un Procopio que se negó a recibir dinero a cambio de su trabajo a pesar de la insistencia de su ‘cliente’. Kobe quisó recompensarle y encontró la forma: un anillo de campeón con su nombre en él.

Procopio ahora trabaja para los Mavericks y apenas tiene contacto con Kobe Bryant. Es uno de esos personajes que ha llegado al universo NBA desde fuera, cavándose su nicho. Y un tipo particular, desde luego, que se define como “una mezcla de Forrest Gump y Louie de Palma (el personaje que representó Danny De Vito en la sitcom de principios de los 80 Taxi)”. Su trabajo es recuperar para la causa a los jugadores que ocupan el fondo del banquillo de Rick Carlisle y sacar provecho a aquellos que parecen ya incapaces de sumar para una franquicia NBA. Cuban sabe que los anillos los gana Nowitzki pero también un puñado de secundarios que aparecen en el momento oportuno y en el lugar adecuado. Procopio llegó a Texas cuando el dueño de los Mavs se hizo esta pregunta: “¿Qué es lo mejor que hay fuera de la NBA y que me puedo traer a mi franquicia?”.

Bajito y con cierto sobrepeso, dicen que cuando se mueve por los pabellones parece el vendedor de cerveza, como mucho un guarda de seguridad. Su sueño de jugar al baloncesto se resume en un dato: cuatro puntos totales y ni un triunfo como jugador de instituto. Después dedicó su vida a poner el baloncesto debajo del microscopio: cómo hay que colocar la cadera para salir bien de un dribbling tras pasarse el balón por debajo de las piernas, correcciones milimétricas en mecánicas de tiro… eso le ha valido un nombre del negocio. Lo otro, la reputación y la credibilidad, se las dio su trabajo con Kobe Bryant. Mucho trabajo, llamadas a las dos de la mañana para pedir consejo (“es el mejor jugador del planeta y me llamaba a mí para que me ayudara”, asegura todavía incrédulo) y ese guiño en rueda de prensa tras el séptimo partido de la final de 2010: “¿Que quién me suministra la información? Mi Jack Bauer particular”. Eso le valió el prestigio, un futuro en la liga y, claro, un paquete de UPS que llegó meses después de aquella final con un anillo de campeón en el que había grabada una palabra: “Procopio”. “Fue algo absolutamente increíble”, asegura. Vaya que sí…