El Barcelona es favorito pero tiene que extremar precauciones. En primer lugar debe demostrar que sus pinchazos ante Milán y Laboral Kutxa en el cierre del Top-16 fueron una mera cuestión de falta de intensidad con el primer puesto asegurado. Después, tiene que echar el candado en el Palau: si gana sus partidos en casa jugará su quinta Final Four en seis años, un ejemplo de constancia en la Euroliga que contrasta con la novedad del Galatasaray.

El equipo turco nunca ha jugado cuartos de final, el Barça sólo se los ha perdido en la primer edición con el formato actual (2005). Desde entonces, cinco eliminatorias superadas y tres perdidas en los ocho años siguientes. La experiencia tiene que ser un grado aunque el dato es engañoso: diez jugadores de Ataman sí saben lo que es jugar esta ronda.

Además, el Galatasaray tiene profundidad, talento y un líder indiscutible en Carlos Arroyo. El base ha finalizado el Top-16 como líder en asistencias (6,8 por partido), cuarto mejor anotador (15,1) y octavo jugador más valorado (15,9). Si el Barça controla al puertorriqueño pondrá más de un pie en la Final Four de Milán, el gran objetivo.