BARCELONA 62 - REAL MADRID 100

El Madrid humilla al Barça y jugará la final ante el Maccabi

Con Sergio Rodríguez al mando de las operaciones, infligió la peor derrota europea de su historia al Barcelona, se divirtió, llegó a cien puntos y buscará la corona europea.

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“Vamos a por la decimonovena”, me decía un madridista guasón y henchido de felicidad. Sumaba las Copas de Europa del baloncesto y las del fútbol, las que están en las vitrinas y las que pueden llegar en seis días. “Nosotros tenemos 36 entre todas las secciones”, le respondía un azulgrana con retranca. Ese pique eterno, a menudo más sano que viciado, ha llevado a los dos potentados de nuestro deporte a ser gigantes. Si el Madrid está aquí, dispuesto a reverdecer laureles, es gracias al Barcelona. Sí, como lo leen. Tras años a remolque, el enemigo ha despertado su furia competitiva. Mañana disputará su tercera final en 29 años, la segunda seguida. Madrid-Maccabi, vuelta a los clásicos.

Y todo pese al inicio. Después de días repitiendo lo que habían aprendido en Londres 2013, los de Laso contaron al revés la lección. Faltas a destiempo y sangría en el rebote. Con Tomic bailando el chotis y lo que le echaran. Rey de la pista. Huertas era el DJ. En cuatro minutos, 12-4. Poco después: 13-6. Y ya. Porque este Madrid es lo que tiene, no le va recitar de memoria, sino que se mueve por instinto creativo. Lo arregló en ¡28 segundos!: canastón de Mirotic, ‘alley-oop’ de Slaughter y galopada de Llull: 13-12. ‘Tomicdependencia’ frente a un Mirotic imperial, indefendible para Lorbek y Nachbar. Pero paradojas de las rotaciones, se sentó Mirotic y el Madrid se disparó: Reyes, Rudy y… Sergio Rodríguez. ‘El Chacho’ lucía esplendoroso el MVP (0-11 de parcial, 8-27…). Más velocidad, más ritmo, más Madrid. La misma pelea en otro campo de batalla. Navarro y Papanikolau firmaban dos triples. Reyes y Rudy respondían en el acto, misma moneda, mella moral (nueve tiros libres fallados).

El resultado decía igualdad aparente; las sensaciones, lo contrario. El Madrid se movía con gracilidad, revoloteaba como una mariposa y golpeaba con puño de hierro o con bala de cañón, o con las dos cosas. Directo a la mandíbula. El adversario cayó a plomo tras un empellón de 1-17 liderado por un Mirotic que ridiculizaba a sus pares (vela encendida en la Ciudad Condal para que se vaya a los Bulls) y un Sergio sublime. El base hiló diez tantos. “Humillación, en el pabellón”, gritaba la hinchada merengue rota de la emoción. A la final, la 16ª, más que nadie, y con 100 puntos. Ferrándiz y sus chicos estarían orgullosos de este joven Madrid. Antología moderna. La Novena espera.