Retrocedamos 41 días en el tiempo, hasta el 16 de mayo. El Barcelona caía frente al Madrid por 38 puntos de diferencia en la Final Four. “La derrota más dura de mi carrera —decía Xavi Pascual—. No vamos a pasar página fácilmente”. Menos de seis semanas después, y tras sufrir las de Caín ante el Valencia —con pañolada incluida de la afición culé—, el Barça está a un triunfo de levantarse del batacazo de Milán. A una victoria de su Liga número 18, de las que 14 han llegado hasta ahora con el formato de playoff­.

El mejor Barça del año para jugarse el título. Cuando toca, aunque también tocaba en la Final Four y naufragó. Pero sí, parece que los de Pascual han despreciado una parte importante de la fase regular para rodarse y llegar en forma a las eliminatorias, con Navarro y Huertas en condición óptima.

¿Y el Madrid? Pues lo contrario. Le ha dado importancia máxima a cada partido y la temporada se le está haciendo muy larga. Le falta frescura física y mental, chispa, incluso se ven gestos en la pista que revelan que la cohesión del grupo no es la de hace seis meses. Ganar une; la derrota divide. No le den, sin embargo, por muerto antes de tiempo. “A este equipo las situaciones límite le hacen ser más fuerte”, dice Rudy. La acumulación de lesiones, la última en el pie derecho, han mermado al alero. Y el Madrid necesita su hiperactividad para no ser un coladero en defensa, donde el bloque ha dado el gran bajón. De recibir 72,9 puntos en la liga regular a 86,9 en el playoff­. Y 90 en la final. Por ahí se desangrará­ si no sutura la herida. Es hoy o nunca.

Una pista: en los últimos once duelos de las finales, desde el segundo de 2012, siempre ganó el equipo que dominó el primer cuarto. No sólo del último minuto vive el baloncesto.