Queda claro que Madrid y Barça han elevado el paso a un ritmo de carrera inalcanzable para el resto. Para cualquiera en España y para pocos en Europa. Esa pugna, ese “y yo más” les catapulta por encima de sus compañeros de viaje en la ACB. Se alzó el telón en Vitoria y la vida sigue igual, otro Clásico con título en juego. La quinta final consecutiva entre ambos en las últimas tres temporadas (dos de Supercopa, dos de Liga y una de Copa), más los dos duelos de semifinales en la Final Four.

Los números del Barça con Pascual son alucinantes. Afronta su 17ª final nacional seguida. A su lado, el Madrid también hace cuentas con la historia. Aspira a su tercera Supercopa en tres años, la cuarta del palmarés. Hasta ahora, siempre que ganó el torneo (84-85, 12-13 y 13-14) se clasificó después para la final de la Euroliga. Más que casualidad, la Supercopa es un oportuno medidor de la calidad de las plantillas. Y la del Madrid y la del Barça son inmejorables, con rodaje o sin él. “Han montado un equipo brutal”, dice Pascual. Los azulgrana este año tienen más ataque y los blancos, más fuerza. Otra ocasión para ver a los nuevos, a Satoransky, Thomas, Doellman y Pleiss frente a Campazzo,­ Rivers, Maciulis, Nocioni y Ayón. A nadie le amarga un título, por pequeño que sea.