¿Cómo sabe esta plata?

—Un poco a oro. Creo que hicimos lo máximo que podíamos conseguir, por lo tanto, nos consideramos campeonas. Hicimos un campeonato excelente, exceptuando esa final ante Estados Unidos. Sabemos que tenemos cosas que mejorar, pero eso nos marca un reto.

—Entonces, ¿podrán tutear a EE UU en un futuro?

—Ellas no van a bajar, al contrario, seguirán mejorando. Es su filosofía, pero me gustaría pensar que podemos acercarnos más. Desplegamos un baloncesto similar al suyo: atractivo, rápido, con defensas agresivas. Toca subir un peldaño más.

—¿En qué deben mejorar?

—Físicamente son superiores. Nos ganan en altura, en músculo, en velocidad... En la WNBA se juega otro basket. Para competir tienes que intentar saber jugar al mismo nivel y con el mismo acierto. En la final se notó que nos tenían respeto porque salieron a por todas.

—¿Qué les dijo Mondelo en el descanso?

—Su charla siguió el discurso de siempre, que fuéramos nosotras. Nos dijo: “Si quieren el oro, se lo tendrán que ganar”.

—Mondelo era cauto porque no sabía cómo funcionaría el vestuario sin Amaya y Aguilar. Usted es la capitana y la más veterana, ¿cómo fue?

—Cogí el relevo, pero el grupo estaba hecho. Fue fácil. El domingo les di las gracias. Es un placer ser la capitana de un equipo que ha hecho historia.

—¿Queda Laia para rato?

—La pregunta del millón. Ahora no puedo decirlo, pero si yo estoy bien y ellos quieren contar conmigo, por supuesto que voy a estar en los Juegos.

—¿Han salvado un poco los platos rotos tras el batacazo de los chicos en el Mundial?

—A mí me sabe mal que se ensañen con ellos, porque nos han dado muchísimo. Ahora hay un vacío de deporte masculino y tenemos un poco más de espacio, pero llevamos años ganando medallas.