LOS ESPAÑOLES Y EL NUEVO CURSO

Ricky Rubio, cuarto curso en el ojo del huracán de la NBA

Su renovación ocupa portadas en todos los medios mientras él inicia su cuarta temporada en la liga. Consolidar un tiro fiable, su reto.

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Ricky Rubio, cuarto curso en el ojo del huracán de la NBA
CRAIG LASSIG EFE

Tirar, tirar y tirar. Para ganar un partido de baloncesto basta con meter más puntos que el rival. Es sencillo. Pero, ¿define eso a un jugador? Es decir, ¿se valora al jugador única y exclusivamente por los puntos que anota? Si eso es así probablemente Ricky Rubio sea uno de los peores bases titulares de la NBA y él y su agente se estén volviendo locos con el tema de su renovación. ¿Puede un base titular que no anota más de 10 puntos por partido pedir más de 48 milllones en cuatro años?.

Activemos ahora el otro lado de la balanza. Para lograr un punto es necesaria una asistencia y, previo a eso, un rebote o un robo de balón. Ricky Rubio ha sido el segundo jugador que más asistencias totales ha logrado la temporada pasada y el cuarto en pases por partido. Ha sido líder en robos totales y segundo en el apartado ‘Per Game’. Además, fue el 9º base que más rebotes capturó, con 4,2 por encuentro. Ahí está su valía.

Entonces, ¿es Ricky un mal base para la NBA? La respuesta: no. ¿Merece Ricky más de 48 millones por cuatro años? Analicemos el valor de un jugador capaz de salir en los ‘highlights’ de la liga cada jornada, con lo que eso supone para una franquicia de un mercado tan pequeño como Minnesota, en un equipo joven, con talento, pero que no es capaz de atraer a los agentes libres más cotizados. Sus posibilidades de conseguir a un jugador como Rubio son vía draft, y, si se va, reconstruir alrededor de otro joven con gran talento salido de la Universidad. Véase el caso Love: llega vía draft a Minnesota, mejora hasta ser Top en la liga, se va y en su lugar llega el número 1: Wiggins. Descartadas las estrellas, el camino para una franquicia como los Wolves es el segundo escalón de la NBA: y ahí entra Ricky. Y él lo sabe. Y Dan Fegan, su agente, el segundo que más dinero ha logrado en contratos, también.

Jugar. El Ricky de la temporada pasada aprendió a evitar la previsibilidad que marcó muchas de sus jugadas en su segundo año en la liga. Cuando llegó, su estilo caló rápido en los aficionados y triunfó. Las defensas desconocían su juego y él, situado en la cresta de la ola, disfrutó. Después de la lesión todo cambió. Rubio perdió confianza en su juego, en su velocidad, en su fuerza y, por consiguiente, en su tiro.

Le ha costado casi una temporada y media volver a recuperar al Ricky 1.0 de su primer año. Aunque con cambios. Cuando la Regular Season 2013-2014 llegaba a su fin volvió el mejor Rubio. Partidos de más de 15 puntos y 10 asistencias, % de tiro que rondaban el 50%. La situación ideal. Encontraba mejores situaciones y, sobre todo, recuperó la confianza en las penetraciones. De hecho, su porcentaje de canastas debajo del aro ronda el 50%.

A distancia. El problema viene cuanto más alejados del aro nos situamos. 27% fuera de la zona y 33% desde el triple. Un drama para él y para el equipo. Lo explicaba perfectamente Isiah Thomas, uno de los mejores bases de la historia, en un reciente programa de NBATV. Básicamente, la poca confianza de Rubio en su tiro evitaba que los Timberwolves pudiesen abrir el campo y crear espacios para él y los demás. En un juego con un espacio tan reducido como el baloncesto, perder ofensivamente a tu base es mortal para el equipo. Ahí reside la necesidad de mejora de Ricky. Es de los mejores pasadores de la liga, de los mejores recuperadores… sólo tiene que ser capaz de ‘asegurar’ el tiro. Sea un triple desde la esquina o una entrada a canasta, pero esa seguridad la necesitan él y el equipo. Jason Kidd comenzó su carrera con un 27% en triples y lo mejoró hasta superar el 40%. Sólo en cinco de las 18 temporadas que disputó en la NBA pasó de 15 puntos por encuentro pero no cabe duda de que fue uno de los mejores bases de la historia. Otro jugador con el que se ha comparado a Ricky es Jason Williams. Aparte de ese estilo ‘diferencial’, Rubio comparte con ‘Chocolate Blanco’ ciertos paralelismos estadísticos. Williams nunca pasó del 45% en tiros de campo y sólo cuatro veces superó el 35% en triples. Más allá de sus maravillosas tres temporadas en Sacramento, cuajó una buena carrera en Memphis y acabó ganando el anillo con Miami Heat siendo pieza importante.

¿Qué podemos concluír de todo esto? A Ricky Rubio no hay que pedirle 20 puntos por partido, ni siquiera pasar de 15. No tiene que tirar 20 veces ni ser Derrick Rose. No cuando en el otro lado de la balanza aparecen más de ocho asistencias y dos robos por encuentro. Lo que hay que pedirle, lo que le piden en Minnesota y lo que necesita para dar otro paso en los ‘escalones’ de la NBA es fiabilidad. Y eso no pasa por convertir su actual % en un 60%, sino en ser una opción ofensiva para su equipo en ciertas zonas de la pista, en ciertas jugadas. Ser un peligro.