GIPUZkoa BASKET 43-BARCELONA 57

Espanto en San Sebastián

Un Barça en mínimos gana a un horrendo Gipuzkoa que sumaba 10 puntos al descanso, peor marca de la historia de la Liga ACB. Entre los dos equipos, 100 puntos totales.

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LIGA ENDESA

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Lo único bonito en San Sebastián fue el homenaje a José Luis Abós. Un minuto de silencio con Ponsarnau y Pascual notablemente afectados y un par de primeros ataques en los que los dos equipos hicieron sistemas del malogrado técnico sin que el otro hiciera demasiado por defenderlos: canasta de Dani Díez, canasta de Doellman. El resto fue un espanto integral, uno de los partidos más feos que jamás se han jugado en ACB. El horror. EL HORROR.

Un horror en, eso sí, números históricos en la era ACB. Una ensalada de cifras que explica sólo en parte (la estética también cuenta) lo que se vio en el San Sebastián Arena 2016. Los dos equipos se aliaron para combinar las anotaciones más bajas en un cuarto (10 en el primero, 4-6) y al descanso (38: 10-28). En total anotaron 100 puntos (uno menos que un Estudiantes 56 - Barcelona 45 de hace quince temporadas) con un 34/90 en tiros de dos, 7/36 en triples y 11/17 en tiros libres. Y 18 pérdidas y 37 faltas personales… La peor parte fue para un horrendo Gipuzkoa Basket con esos 4 puntos en el primer cuarto y 6 en el segundo: 10 en el primer tiempo de menos anotación en Liga ACB, atrás los 14 en los que dejó también el Barça al Manresa, en el Palau y en 2009 (34-14). Por ese descanso (10-28) pasó el equipo vasco en -8 de valoración, 3/19 en tiros de dos, 0/11 en triples y 4/6 en tiros libres. En total tres canastas en veinte minutos. La de la primera jugada de Dani Díez, una suspensión de Jordan superado el minuto 11 y la primera de Doblas casi en el descanso. Diez personales, tantas como puntos, tres pérdidas y una sola asistencia para dos cuartos en los que nadie anotó más de dos puntos y en los que entre Dean, Hanley, Doblas y Díez marchaban en 2/25 en tiros). Lo dicho, el horror.

El equipo de Ponsarnau apenás aprovechó el nefasto tercer cuarto de un Barça (con 5 de sus 12 pérdidas totales) que puso de su parte para que el espectáculo fuera completamente deprimente para anotar 18 puntos (18-15 de parcial) y acercarse suplicando a los 39 puntos que marcaban la peor anotación en Liga ACB. No los superó hasta casi el minuto 37 después de vivir durante más de tres cuartos por debajo del lamentable baremo del punto por minuto (32-48, minuto 33). Al final, la peor anotación de un equipo local en Liga desde noviembre de 1972 (Águilas 35 - Baskonia 44) para un Gipuzkoa con cuatro derrotas en cuatro partidos, olor a chamusquina y demasiado presente el recuerdo de los fugados Neto, Salgado, Robinson… En el segundo tiempo, saldado con un parcial de 33-29, al menos mostraron orgullo un Doblas negado (4/15 en tiros, -2 de valoración) y un Dani Díez que fue el único de su equipo que anotó y reboteó en dobles cifras (10 puntos, 10 rebotes) y que sumó 19 del 25 de valoración colectiva de los locales.

25-81 en valoración, 35-49 en rebotes, 6-16 en asistencias… el Barcelona jugó un partido tan feo como plácido. Despegó en el segundo cuarto, sin despeinarse y en sus únicos minutos verdaderamente potables (de 6-6 a 8-26), y ya no tuvo mayor interés que nadar plácidamente, y con poco estilo, hasta la orilla. Primero no entraron los tiros, después no resistió la concentración porque el partido huía de ella (como de cualquier valor positivo) y porque estaba reciente el excelente esfuerzo de Milán en Euroliga. El caso es que el Barcelona está en cuatro de cuatro con una diferencia media en sus triunfos de 18,5 puntos y recibiendo apenas 59,5 de unos rivales que todavía no le han anotado 70. El dato es excelente, con ese brillante despliegue de Milán por el camino, para un Barça aún en acople en lo defensivo. Y en el que esta vez sólo anotó Doellman en ese primer cuarto de pesadilla (¡4-6!) al que siguió una buena aparición (otra vez: como en Milán) de Satoransky, una turbina, y Pleiss, una montaña. Abrines firmó un 1/2 en triples para dejar su fascinante total de la temporada en 22/36 en 8 partidos.

No necesitó más del mallorquín el Barcelona. Ni de él ni de nadie porque sólo tuvo que sentarse en la puerta y asistir tranquilamente a la descomposición de un rival que firmó un suicidio perfecto (15 tiros seguidos fallados en el primer cuarto, primer triple en el minuto 27 y tras catorce fallos, 23 minutos sin ningún jugador en más de dos puntos…) en un partido que ya está en la galería de los horrores históricos de la Liga ACB.