BARCELONA 82-JOVENTUT 83

Un derbi de los de toda la vida

Gran partido resuelto con una canasta de Suton a falta de dos segundos. Los verdinegros ganan en Barcelona por primera vez desde 2006.

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Feliz triunfo 700 en Liga Endesa: al Joventut se le ocurrirían pocos escenarios mejores para sumar un triunfo emblemático así que la jornada fue especialmente feliz en Badalona. No en vano, llevaba nueve derbis seguidos perdiendo y no se llevaba el triunfo del Palau desde 2006. Pero más allá del resultado, el gran aval del equipo verdinegro fue un despliegue valiente y atractivo. Si uno entrecerraba los ojos podría creer que estaba viendo uno de aquellos viejos duelos de rivalidad catalana, de los tiempos en los que los dos equipos se miraban a los ojos. Se acabaron las rachas en blaugrana para un Joventut que está 3-2 después de haber pasado por Palacio y Palau. Otra vez, lo mejor es la regeneración de su raza competitiva. Esta vez se llevó lo que dejó escapar en Madrid. Literalmente: entonces ganaba 67-76 a falta de seis minutos y perdió 90-88. Ahora estaba 67-74 en ese mismo minuto 34 y ganó 82-83 después de una canasta de Suton a falta de dos segundos.

El partido fue un espectáculo excelente porque el Joventut ser rebeló a tiempo cuando parecía a punto de descarrilar (34-24, minuto 12) y el Barcelona pasó de la pereza matinal a un afán genuino por ganar. Menos de 40 horas después de cerrar su partido ante el Turow, tardó en igualar la intensidad de la Penya pero lo hizo en el último cuarto, colgado de Tomic y las ráfagas de un Huertas que jugó como visitante en aquel último triunfo del Joventut en el Palau, hace ocho años. Del 67-74 se pasó al 80-77 en el último minuto. Abrines, abandonado esta vez por unas musas que parecían perennes, falló sin ningún defensa cerca un triple que habría sido la sentencia. Y en los últimos 30 segundos anotaron Suton, Doellman (a falta de seis) y finalmente Suton, otra vez. Saltó la banca.

Suton (13 puntos, 9 rebotes), queda como rostro del triunfo de un Joventut con muchos héroes y en el que dirigó Mallet, que ya ganó de verdinegro al Barcelona en 2007. Después de un primer cuarto en el que pareció dirigido a un intercambio de canastas del que saldría abrasado, le levantó primero y elevó después una segunda unidad en la que Vidal puso intangibles, Hannah magia y Savané una intensidad que nunca igualaron los pívots del Barça, no al menos hasta el esfuerzo final de Tomic. Ahí, debajo del aro, tiene un problema de protección Xavi Pascual. Uno que no tenía con Dorsey. Savané metió 12 puntos en el segundo cuarto y Hannah siete seguidos para abrir el último. 20 y 19 puntos respectiamente, 38 de valoración conjunta para dos jugadores de los que, junto a Suton, depende en gran parte el ratio de crecimiento de un equipo en el que son casi siempre fiables Mallet, Miralles, Vidal y Kirksay. Un equipo que en su mejor versión puede ganar a cualquiera (esta vez se vio) y con tempranas pero serias posibilidades de meterse en la Copa por primera vez en cuatro años.

El Barcelona, por su parte, no estuvo cómodo durante todo el tramo central del partido (encajó un parcial de 6-23 en seis minutos de segundo cuarto). Primero le costó querer, después le costó tanto poder que no pudo. El regreso de Navarro fue interruptus (sólo cinco minutos en pista), esta vez no le acompañó el tiro exterior y aunque acabó funcionando en ataque no lo hizo la defensa. Llevaba siete victorias sin fallo entre ACB y Euroliga con medias de casi 80 puntos anotados y poco más de 64 encajados. Es obvia cuál de las dos variantes le falló. Primero se sintió muy superior y entró en un correcalles de gatillo fácil que le vino de maravilla a este Joventut de espíritu libre. Después se agarró al partido pero no supo cerrarlo, ni siquiera cuando sólo necesitaba una última defensa. Entre unas y otras cosas, y esa fue la buena noticia para la vista, quedó un partido precioso, un derbi como los de antes, de igualdad extrema (82-83 en puntos, 34-33 en rebotes, 10-10 en pérdidas, 17-18 en personales, 90-92 en valoración) y desenlace épico. A la altura, esta vez sí, de un cartel clásico en la historia del baloncesto español.