BLAZERS 101 - CAVALIERS 82

LeBron James y los malos hábitos

Malas sensaciones y la peor anotación en Regular Season para LeBron desde hace casi seis años. Dudas, demasiado prematuras, en unos Cavs zarandeados por los Blazers.
Final en vivo: Cavs vs Celtics, juego 7

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A LeBron James le rodea la histeria desde que era adolescente. La histeria y los focos: la sobrerreacción por cada gesto, el microanálisis tras cada jugada. Ha estado cien veces, más, en situaciones como esta. Pero sus compañeros no. Y por eso se sacó otra vez la licencia de capitán de barco, o de sufrido pero paciente profesor, después de que su equipo saliera trasquilado del Moda Center de Portland. El Oeste es cosa seria y no entiende de reconstrucciones ni periodos de ajuste y adaptación. Allí, en el lado salvaje de la NBA, si juegas mal te rastrillan por la pista. Es lo que hay. Así que LeBron se aplica en la explicación estructural por encima de lo coyuntural: “La gente tiene que entender cuánto cuesta ganar y cómo de largo será el proceso. Han sido demasiado años de alimentar malos hábitos y de baloncesto perdedor en este equipo. Hay muchos jugadores que apenas han jugado partidos importantes en esta liga y que tienen que aprender que cuando llega el momento decisivo, cuando cada posesión cuenta, tienes que dejar de ser egoísta, compartir la pelota y buscar a tus compañeros. Va a costar mucho pero para eso estoy aquí. Para mí es como arreglar un viejo coche destartalado: te pone de los nervios, lo odias, lo mandas a pintar cien veces… pero cuando consigues el resultado final, te emocionas”.

Ahora mismo los Cavs están lejos de emocionar. También lo estaban los primeros Heat de LeBron cuando empezaron curso en 9-8 tras 17 partidos. Después, para los que busquen moralejas a eso de la sobrerreacción, ganaron 21 de sus siguientes 22 partidos. Aquel año jugaron la final y los dos siguientes fueron campeones. Pero es humano: los periodistas estadounidenses se arremolinaban en torno a la figura de un James absolutamente desdibujado en Portland: “¿Qué le pasa a LeBron? ¿Es la espalda? ¿No está motivado? ¿No le gusta el sistema ofensivo de Blatt?”. Humano y arriesgado: esta misma noche los Cavaliers visitan a los bisoños Jazz, que apuntan a víctimas del efecto rebote: LeBron tiene una larga tradición de partidos monstruosos siguiendo a otros que habían sido como mínimo cuestionables…

LeBron terminó con 11 puntos, 4/12 en tiros, 7 rebotes, 7 asistencias y 3 pérdidas de balón. Jugó casi 35 minutos. En sus visitas a Portland, una al año al no ser rival de Conferencia, nunca había jugado tan mal desde su temporada rookie. Entonces firmó, apenas su tercer partido en la NBA, 8 puntos. En Regular Season no se quedaba en 11 puntos desde diciembre de 2008, y fue en un partido en el que no quiso hacer más porque los Cavs estaban aplastando a los Pacers (97-73 final). Cerró la temporada pasada con mínimos de 13 puntos (dos veces) antes de quedarse en siete en el quinto partido de la final del Este. En esta temporada (sólo tres partidos) está en medias de 21,3 puntos, 6,7 rebotes y 5 asistencias. Enormes números para casi cualquiera, no para un LeBron que, peor que todo eso, pareció perdido o aburrido, fuera del partido (9 puntos en el primer cuarto, sólo dos en el segundo... y nada más) en una derrota sin paliativos que pone a los Cavaliers 1-2, y gracias a que salvaron en Chicago un partido que tenían literalmente perdido. Esos once números de sensaciones feas esconden, así son las cosas, un dato para la historia: LeBron James 573 partidos de Regular Season seguidos anotando en dobles figuras, diez o más puntos, los mismo que enlazó Karl Malone en la tercera mejor racha de toda la historia. La cuenta sigue en Utah...

Así que todo eran incógnitas y preguntas demasiado prematuras después de que los Cavs pasaran de arrancar el partido anotando sus diez primeros tiros a un 21/75 posterior. Del 6/23 del segundo cuarto a un último parcial en el que los Blazers les sacaron del partido (25-13) con un postrero pero buen esfuerzo defensivo coronado por la eficiencia de Wesley Matthews (21 puntos) y Robin Lopez (19, 6 rebotes), obreros que pusieron el andamiaje a la pista de despegue de Damian Lillard, que tras un inicio discreto de temporada, firmó su primer gran partido del curso frente a Kyrie Irving, uno de los que le dejó sin sitio en el Team USA que ganó el Mundial de España. Lillrd anotó 27 puntos, capturó 6 rebotes y repartió 7 asistencias para un equipo que está a la altura de casi cualquiera en la NBA cuando aprieta las clavijas en defensa. El problema es que no siempre lo hace.

En los Cavaliers, todo fue un galimatías. Como ante Chicago, Kevin Love fue la referencia más estable (22 puntos, 10 rebotes), un tráiler que pisaba con seguridad mientras se salían de pista en cada curva Irving (3/17 en tiros, 9 puntos) y Waiters (3/11, 6). Algunos ya apuntan a que David Blatt intenta crear una ofensiva demasiado sofisticada para un equipo que por mimbres sería de máxima eficiencia explotando el simple y viejo pick and roll. La realidad es que es muy pronto, demasiado pronto, para sacar conclusiones. Y que seguramente los Cavaliers acabarán siendo un excelente equipo y LeBron acabará ganando o rozando el MVP. Tendría que ser así salvo catástrofe. Las dudas tan pronto son las mismas que antes de arrancar: la mezcla de LeBron con otro manejador de posesiones como Irving o la solvencia en el fuego real (no digamos cuando lleguen los playoffs…) del propio Irving, Waiters, Thompson y hasta Love, todos sin testar en ese nivel competitivo. Por lo demás, todo seguirá siendo un proceso de microanálisis y sobrerreacciones que para LeBron, al menos, es tan natural como respirar.