TUENTI ESTUDIANTES 65 - BALONCESTO SEVILLA 82

De nuevo el tercer cuarto

El Baloncesto Sevilla remontó un partido que tenía perdido en la primera parte gracias a un parcial de 8-20 en el tercer periodo. Gran Byars.

Madrid
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El Estudiantes desde hace demasiado tiempo es un equipo de sensaciones y casi siempre son malas. Lleva así desde la pasada temporada. El equipo de Vidorreta tiene la tendencia de hacer grandísimos partidos en los primeros cuartos. Llevados por el viento, se levantan y vuelan sin encontrar resistencia, pero en el momento en que la situación se pone cuesta arriba, todo cae. El equipo explota y es incapaz de levantarse, de mirar de tú a tú al contrario y plantarle cara... Todo se derrumba. Y este domingo la tradición no podía faltar. La sensación de que el equipo era superior a su rival se estableció en los primeros 20 minutos y luego el drama. La maldición del tercer cuarto. El de la tradicional pájara, en el que Vidorreta no encontraba solución y sus jugadores no supieron responder. Pero vayamos por partes.

Porque las cosas no empezaron nada mal para el Tuenti Móvil Estudiantes. Se divertía. Simplemente jugaba con un Sevilla maniatado, atacado por su posición en la tabla. Los colegiales sin mucho, se iban marchando en el marcador del 7-4 (8:00) al 24-13 con el que acabó el primer cuarto. Los de Txus Vidorreta sólo tuvieron que sobrepasar una tímida presión en la salida del balón y penetrar, lanzar y disfrutar. Mientras en los andaluces nada funcionaba, había dudas en ataque y en defensa. No entraba nada. Solo Urtasun daba empuje y es que los viejos rockeros nunca mueren. Y nada cambiaba con el tiempo marcando los segundos 10 minutos del partido.

El Sevilla trataba de salvar su inocencia en la zona con el lanzamiento desde el perímetro. El problema reside en que si esa idea no va a acompañada de una defensa más intensa, el asunto no avanza. Dos triples (uno de Porzingis y otro de Byars, que tenía intención de hacer sólo todo el trabajo de sus compañeros) fueron rápidamente contestados por Nacho Martín y Rabaseda, uno de los grandes ejemplos de este Estu de las sensaciones. Los colegiales, con todo eso, consiguieron que el marcador siempre marchara por los mismos números (entre el +7 y el +12), alcanzando el descanso comandando y con las sensaciones de que nada podía ir mal después de la vuelta de los vestuarios (42-32).

Pero la segunda parte se inició como en el pasado más cercano del Estu. Como ya dije antes surgió el tercer cuarto de la pájara. El Sevilla, apoyado por un sublime Willy Hernángomez (ocho puntos en este periodo y casi seguidos), endosó un parcial 8-20 a los de Txus Vidorreta y remontaba el encuentro con dos tiros libres de Berni Rodríguez (50-52, 2:26; 53-56 al final del cuarto). Los nervios volvieron en la cancha y en la grada.

El Estudiantes de estos últimos 20 minutos fue un drama. Sin medias tintas. Los ramireños fueron inoperantes cuando su ataque era en estático y comerse una y otra vez la posesión fue una constante. El Sevilla incapacitó la velocidad en las transiciones que tanto habían ayudado a los madrileños en la primera parte y se dieron un festín. Olieron la sangre, la carne en descomposición y se lanzaron a devorar a los ramireños. Sus pívots destrozaron a los "altos" del Ramiro. La necesidad de un verdadero pívot ya no es necesaria para los madrileños, es urgente. Los andaluces dieron la estocada final con cuatro triples casi seguidos en el último periodo (58-74).

Y el público se hartó, la paciencia del público madrileño es muy amplia, pero todo tiene un límite. Los pitos y abucheos volvieron a un Palacio cansado ya de un equipo con doble personalidad, que no remonta el vuelo y que perdió un encuentro (65-82) que tiró por la borda. Las sensaciones. La tradición del tercer cuarto.