REAL MADRID 89 - CAI ZARAGOZA 71

Rudy vuelve y Sergio sonríe en el homenaje a Fernando Martín

El alero reapareció a gran nivel 24 días después de ser operado en un dedo y el base fue el mejor con 10 asistencias. Buenos minutos blancos con Martín en el recuerdo.

0

Las penas europeas, las derrotas ante el Efes y el Unics Kazán, se olvidan en casa con partidos como este ante el CAI Zaragoza (89-71). Sin nada extraordinario, pero con momentos de felicidad local. De rebote y contragolpe. Momentos de magia, la de Sergio Rodríguez, y de un regreso oportuno, el de Rudy Fernández. Momentos también de buena defensa y de plenitud desde la personal de Felipe Reyes (11 de 12: ¿quién se lo hubiera dicho hace 606 partidos?). Momentos de buen baloncesto.

Un poco de todo eso y algo más puso el lazo al homenaje del club a Fernando Martín. El tiempo no pasa, vuela. Este miércoles 3 de diciembre se cumplen ya 25 años de su muerte. Falleció antes de un encuentro ante el CAI que no llegó a jugarse. Las puertas del Palacio nunca se abrieron y los que estábamos fuera nos preguntábamos la razón, qué había pasado. Lo supimos pronto: durísimo golpe al deporte español. Lágrimas de entonces que siguen vivas, recuerdo imborrable de un jugador diferente, que con su ambición mostró el camino a las futuras generaciones, a las que triunfan ahora.

Cómo nos hubiera gustado que aquel Madrid-CAI fuera éste, que nunca se hubiera aplazado. Pero la historia se recuerda, no se cambia. Los jugadores madridistas llevaron encima de la camiseta de juego, durante el calentamiento, otra con el nombre de F. Martín y el dorsal 10, el único retirado en la historia del club blanco. Arropando a su hermano Antonio estuvieron algunos de sus compañeros de entonces y también su entrenador, Lolo Sainz. Mirada nostálgica para abrir este duelo liguero, donde vimos a un Madrid más mentalizado que otros días, con ganas de borrar el traspié del jueves ante el Kazán, pero con mecanismos defensivos que aún no funcionan como debieran y a ratos con dificultades en el rebote. Eso sí, el ataque fluyó de principio a fin. Las 22 pérdidas del CAI o las 16 recuperaciones locales —el prisma es suyo, elijan— permitieron a Llull sacar la moto del garaje y darle lustre. Algunas de sus aceleraciones despeinaron a los de la primera fila.

Dándole escolta, Rudy Fernández, que volvía a la acción 24 días después de ser intervenido en el dedo anular de la mano derecha. Durante este tiempo se ha perdido 7 partidos (cuatro de la Euroliga y tres de la ACB), pero ha aprovechado para mantener la forma. Regresó fresco y pletórico, con acciones de clase y su habitual habilidad para cruzar la línea de pase enemiga y salir de ella con el balón. En sus diez primeros minutos (jugó 16:34) sumaba 19 de valoración. Para entonces Sergio Rodríguez ya lucía, suelto, muy cómodo ante su cuñado, ante Pedro Llompart. Siete asistencias al descanso y diez al final. Buena conexión con Nocioni. El argentino festejó con el pie derecho su 35 cumpleaños. La generación dorada sigue viva y peleona, más cerca de los 40 que de los 30 (Ginóbili, Prigioni, Scola…).

Enfrente, el CAI tuvo su protagonismo al rebote y anotó con regularidad, con porcentajes de dos que se acercaron al 60%. El Madrid tuvo algún problema en la defensa del uno contra uno, aunque nada que ver con lo ocurrido el jueves ante el Unics Kazán (Bourousis no pudo desquitarse de su mala defensa a D’or Fischer: no jugó por un golpe, al contrario que Slaughter, que se estrenó en esta Liga).

Seguimos con el CAI y la buena labor de Pere Tomás en los rechaces (11). Partido también muy serio de Jelovac, de más a menos aunque sin llegar al extremo de su compañero Landry, que se salió en sus ocho primeros minutos (12 puntos y tres triples) y luego desapareció. Y aplausos para Katic al poste. Acumuló méritos para mantenerse en el partido hasta el tercer cuarto: 59-53. Entonces, Sergio volvió para dirigir la orquesta. El parcial siguiente fue de 22-4, incluido el 10-0 para abrir el último cuarto. Coincidió todo con Sergio en pista y con los mejores minutos en defensa y rebote. Partido resuelto, homenaje cumplido. Apenas uno más, porque dentro de otros 25 años seguiremos recordando a Martín.