SPURS 123-WOLVES 101

Los Spurs no tienen piedad

Paliza del campeón, sin Parker ni Ginóbili, a unos Wolves que siguen bajo mínimos (sin Ricky, Martin, Pekovic...). Belinelli dirige una exhibición del banquillo texano.

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Hay una serie de normas no escritas pero que todo el mundo conoce en la NBA: si los Spurs reparten más de 25 asistencias, estás muerto. Si su banquillo anota más de 40 puntos, frito también. En general, y esa es la gran norma que rige sobre todas las demás, lo tienes crudo el día que el actual campeón decide que va a por ti. Y más si eres Minnesota Timberwolves y juegas sin Ricky Rubio, Kevin Martin, Nikola Pekovic y Mo Williams. Con lo que tenía disponible Flip Saunders no daba para ponerse delante de semejante rival por mucho que descansaran Parker y Ginóbili y que Duncan trabajara en régimen de media jornada (18 minutos). A los Wolves, claro, les cayó encima el partido más eficiente en ataque de los Spurs en toda la temporada: 123 puntos, 30 asistencias y 53 puntos de un banquillo que casi supera a los titulares de Minnesota, que anotaron 57.

Así que los Spurs ya están ahí. Empezaron 2-3, perezosos, y están jugando sin Splitter y sin Mills. Y dando los convenientes y habituales descansos al big-three. Así que mientras hablamos (con razón) de los Warriors, los Grizzlies, los Rockets y Anthony Davis, los Spurs se han puesto 15-5 con diez victorias en once partidos (y la única derrota, esa tan rara ante los Nets) en ese Oeste en el que el séptimo, Dallas Mavericks, está en 15-6. Los Wolves, mientras, se confirman como el peor equipo del Oeste en pugna con los Lakers (4-15 por 5-15).

El partido no tuvo más historia que ver cómo Marco Belinelli empieza a dejar atrás unas muy largas vacaciones veraniegas: 20 puntos, 6 asistencias, 4/6 en triples. 17 de esos puntos fueron en una primera parte que dejó el partido sentenciado: 68-51. De siete jugadores en dobles figuras de anotación destacaron también un Tim Duncan que en sus 18 minutos se fue a 13 puntos, 10 rebotes y 5 asistencias, y un Cory Joseph que es una turbina de energía y que volvió a demostrar que (a la espera de Mills) ya es definitivamente un base de plenas garantías: 18 puntos, 5 asistencias.

En los Wolves, que afrontan otro largo invierno, Zach Lavine jugó el mejor partido de su carrera rookie, 20 puntos y 10 asistencias, y Andrew Wiggins tuvo un mal primer contacto con el universo Popovich: 6 puntos, 3/13 en tiros, 1 rebote. No muy lejos de donde andaba él, claro, solían rondar Kawhi Leonard. Wiggins se lo puede tomar con calma: tenía poco más de un año cuando Pops dirigió su primer partido como entrenador de los Spurs y no había cumplido tres cuando Tim Duncan debutó en la NBA.