Los Bulls volvieron a ganar en casa un mes después tras lograr ante unos mermados Nets su victoria más amplia (105-80) de lo que va de curso, superando así los 24 puntos de ventaja con los que barrieron a los Knicks en el Madison en el partido inaugural. La reunión que mantuvieron tras el último partido (saldado con derrota ante los Warriors) parece haber dado sus frutos. Esta noche, los de Chicago (quintos del Este, 13-8) volvieron a hacer gala de la que había sido una de sus principales identidades en los último años: la defensa. Dejaron a los de Brooklyn en 80 puntos, algo que precisamente no sucedía desde que se midieron, adivinen, a los Knicks. Todo ello gracias a una segunda parte extraordinaria por parte de los de Thibodeau. El 51-51 con el que ambos equipos se marcharon al descanso no hacía presagiar lo que sucedaría a continuación. "Salieron con mucha energía. Me gustó la forma con la que nos comportamos", analizó el técnico.

Y es que, a parte de un triunfo que les ayuda a colocarse con un balance de 3-5 en el United Center, la gran noticia fue ver a Derrick Rose en su mejor versión. Se le vio agresivo, entrando sin miedo al aro. Como en los viejos tiempos. Es lo que tiene ir jugando partidos de manera consecutiva, que se gana confianza. Acabó firmando 23 puntos (a uno de su mejor marca de la temporada) con buenos porcentajes de tiro (8/15), cuatro rebotes y cuatro asistencias. Todo ello en apenas 24 minutos. En el debe, una vez más, las pérdidas de balón: cinco. "Me siento genial. Mi cuerpo está sano y mi mente (lo más importante todavía) está bien. Mi espírtu es bueno. Simplemente intento seguir así", comentó. Y eso que el duelo empezó de la pero forma posible para él al ver cómo le señalaban dos faltas y una técnica en los primeros minutos. "Estaba fuera de mí. A veces, cosas así traen lo mejor de mí", explicó. Dicho y hecho. Encadenó siete puntos en 50 segundos poco antes del final de la primera mitad. Un anticipo del huracán que faltaba por llegar.

Y es que, como decía, los de Illinois ganaron desde la defensa a un rival que no pudo contar con dos ex all stars en venta como Joe Johnson y Brook López. Todo el peso quedó para un Deron Williams que no ha vuelto a ser el de Utah (¿recuerdan cuándo capitalizaba junto a Chris Paul los debates sobren quién era el mejor base?) y un Kevin Garnett cuyo físico ya no le permite imponer el terror con el que dominaba ambas zonas hasta hace no mucho. Aún así, Big Ticket logró dos robos que le colocan en uno de los 16 jugadores en haber alcanzado la barrera de los 1.800 en esta faceta y 13 puntos y siete rebotes. Números insuficentes ante el poderío de un rejuvenecido Pau Gasol y un Taj Gibson ya recuperado que es fundamental para Thibodeau. Entre ambos hicieron que no se notase la baja de Noah.

El español volvió a ser la refrencia de los Bulls en los tableros. Encadenó su séptimo doble-doble consecutivo (13 lleva en 18 partidos disputados) con sus 16 puntos y 16 rebotes en los 35 minutos que estuvo sobre la cancha. Un coloso que puso cuatro tapones en el festival de gorros de su equipo. Pero el verdadero protagonista en este apartado fue Gibson con seis (y 11 tantos y 10 capturas). "Intentamos ser un equipo dominante", explicó el ala-pívot. Lo consiguieron y así lo reconoció el entrenador visitante, Lionel Hollins: "Cambiaron su defensa y la convirtieron en una fiesta de tapones".

Un partido plácido en el que Mirotic pudo volver a contar con minutos para demostrar que es carnde de NBA. Niko ayudó a sentenciar en el último cuarto con siete de sus 10 puntos de la noche, a los que sumó otros seis rebotes. No se arruga ante la adversidad el ex del Madrid. Carácter ganador y luchador que le viene de su origen balcánico. Mientras tanto, ahora a Chicago le toca esperar la visita de los Blazers. Uno de los lorgros del Oeste que servirá para calibrar su mejora exhibida esta madrugada.