Los Knicks no tendrán una feliz Navidad. Aunque en verdad no se esperaba otra cosa cuando enfrente de ellos se encuentra un equipo lanzado sin freno hacia los primeros puestos de una cada vez más empobrecida Conferencia Este, los Washington Wizards. El equipo de Derek Fisher no tiene armas, ni potencial para hacerles frente. Demasiada calidad en los capitalinos ante la que sólo puede hacer algo Carmelo Anthony, una isla ante tanto drama. Sólo Calderón, en un buen día, puede acompañar a la estrella del Madison, pero no es suficiente. Y la tragedia aumenta de forma exponencial si tu segunda espada es Stoudemire, un NBA que ha conocido tiempos muchísimo mejores. Por ese motivo los Knicks se encuentran en una situación que nadie se esperaba, seamos realistas. Porque un balance 5-26 es demasiado, una racha de seis derrotas seguidas es un castigo extremadamente cruel para los hombres de Fisher. Y el problema es que no hay solución.

El problema es que no puedes tener tantas cargas ofensivas y defensivas cuando te enfrentas a John Wall, a Beal (17), a Nené (12)... jugadores que no dudan en aumentar el abismo de equipos que notan que su temporada ya ha acabado cuando no ha hecho más que empezar.

Estas claves, esos detalles se vieron nada más empezar el duelo. El árbitro soltó el balón y los Wizards tras triple de Pierce ya estaban siete arriba (2-9) y los Knicks desaparecieron. Sólo llevamos dos minutos de juego y la diferencia ya era notable y no paró en ningún momento de crecer hasta el 23-34 del final del primer cuarto. Sólo Carmelo, el solitario Melo Anthony, daba la réplica a los golpes de los Wizards. Metió 12 puntos seguidos, desde el 7:56 hasta el 0:45. Estériles. Y la segunda parte fue igual. El alero alcanzó los 21 puntos al finalizar los primeros 24 minutos (34, al acabar el partido) y los segundos máximos anotadores de los Knicks en esos momentos eran Larkin, Stoudemire y Calderón con... 5 puntos. El marcador 44-60.

Phil Jackson veía con preocupación el partido y su cara de desesperación no desapareció hasta el final. Su equipo dio pequeños arreones y la esperanza lució (57-70, 6:00) conducidos por un inspirado Calderón que hizo 11 tantos para llegar a los 16 (el problema es que no volvió anotar en lo que resto del duelo), pero apareció Wall, el base que va camino de su segundo All-Star, que en una reacción colosal dio la puntilla a la desolada afición del Madison. Metió once tantos en ese tercer cuarto (acabó el duelo con 24) y condujo el partido a un definitivo 70-84, que no mató, pero si dejó las cosas claras: 'Aquí no hay más partido, ni lo intentéis', parecía decir.

Y así fue. El partido acabó con comodidad para los visitantes (91-102), aunque una acción de Acy sobre Wall empañó el espíritu navideño que flotaba en el ambiente. Acy, olvidándose del balón, realizó una fea falta sobre Wall, que reaccionó, encarándose con el pívot, que trató de golpear la base. Expulsión inmediata de Acy y a esperar la multa que la NBA le imponga.