EL PERFIL | PAU GASOL

Pau Gasol: cinco all stars para el mito del baloncesto español

El traslado a Chicago ha tenido el efecto regenerador que esperaba Pau Gasol, que será por primera vez titular en un All Star nueve años de disputar el primero de su carrera.

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AStv

El viaje de regreso al Este ha sido (hasta ahora y a la espera de los exámenes finales: playoffs) un éxito de efecto regenerador para Pau Gasol. Regreso, en cierto modo: el 27 de junio de 2001, Atlanta Hawks le dio el número 3 del draft a un Gasol al que envió al momento a unos Grizzlies, que se mudaban de Vancouver a Memphis, junto a Lorenzen Wright y Brevin Knight y a cambio de Jamaal Tinsley y Shareef Abdur-Rahim. Aquel número 3 fue un hito para la historia del deporte español, el primero de los muchos que ha alcanzado un jugador con el que se acabaron muchos complejos y comenzó la gran era del baloncesto español. Rookie del Año en (2002) su primera temporada y después de promediar 17,6 puntos y 8,9 rebotes. Y de cobrar los primeros 2,9 de los casi 180 millones de dólares que habrá amasado cuando cierre su actual contrato con los Bulls.

La primera de trece campañas en el Oeste en las que Gasol cambió los Grizzlies por los Lakers y unió para siempre su nombre al de uno de los grandes emblemas del deporte mundial. Dos anillos de campeón como escudero esencial de Kobe Bryant (18,4 puntos, 10,2 rebotes, 2,8 asistencias y 1,7 tapones de media en las dos finales ganadas). Ha sido una vez Jugador del Mes, siete Jugador de la Semana… y cinco veces all star. Más (hablando de jugadores interiores) que Bill Laimbeer, Ralph Sampson o Rasheed Wallace. Las mismas que Chris Webber y Brad Daugherty. Nombres que dan tanta perspectiva al logro como el hecho de que Dirk Nowitzki y Tony Parker son los únicos europeos que han disputado más o la certeza de consistencia y longevidad que aportan las fechas: el primer All Star de Pau Gasol fue el de 2006, hace nueve años. Y el último hasta ahora el de 2011, hace cuatro.

Rejuvenecimiento, resurrección… regeneración, sobre todo. El pasado verano y después de trece temporadas, Pau Gasol fue por primera vez agente libre con la opción de elegir destino con todas las cartas en su mano. Eso sí: con 34 años y castigado por una carrera extenuante que le ha llevado al rango estadístico de mitos como Elgin Baylor o Kevin McHale. Va camino de los 1.000 partidos en Temporada Regular está entre los ochenta máximos anotadores (más de 17.000 puntos ya) y los sesenta mejores reboteadores de la historia (camino de los 9.000). Su peaje era un mal final de trayecto en los Lakers, deslucido en lo colectivo por la tremenda crisis post Phil Jackson y en lo personal por más de dos daños marcados por los rumores de traspaso, las lesiones, y el juego a constraestilo de un Mike D'Antoni empeñado en meterle en un rol de cuatro demasiado abierto que chocaba frontalmente con su perfil físico en ese momento de su de carrera.

Gasol quería pelear por un tercer anillo y dar un último y bien merecido mordisco contractual a una carrera en la que, por ejemplo, cobró 57 millones de los Lakers en el fallido periplo 2011-2014 (con techo en los 19,2 de su último año). En una buena gestión de ese equilibrio, descartó las ofertas más fuertes en lo económico pero difusas en los deportivo de los Lakers o esos Hawks que le draftearon trece años antes, y también las aproximaciones de equipos en los que hubiera tenido el asalto al anillo garantizado, Spurs y Thunder, pero que sólo le podían ofrecer los 5,3 millones de dólares de la mid level exception. La respuesta a la ecuación deportivo/económica estaba en Chicago, donde los Bulls ultimaban su vuelta al primer plano competitivo y pusieron sobre la mesa más de 22 millones de dólares por tres temporadas.

Chicago ofrecía al último Pau Gasol uno de los principales mercados de Estados Unidos, una franquicia de arraigo y funcionamiento impecable y un sistema deportivo ordenado y con un foco incuestionable gracias a las órdenes de uno de los entrenadores más reputados de la NBA actual, Tom Thibodeau. Los Bulls eran para Gasol una oportunidad excelente pero también un reto: un equipo que sobresalía en aquello en lo que él iba más justo (energía física, defensa) pero que necesitaba imperiosamente lo que él podía aportar (experiencia competitiva, talento ofensivo, juego al poste). En ese sentido y al menos en lo individual, el éxito de Pau Gasol es rotundo y su primera titularidad en un All Star, merecida y menos sorprendente a medida que ha avanzado la temporada: promedia 18,4 puntos, 3 asistencias y topes de su carrera en rebotes (12,1) y tapones (2,1). Thibodeau sabía que el actual Pau Gasol era un jugador todavía de jerarquía si no se le alejaba del aro y por eso ha articulado sus torres gemelas con el español jugando más de pívot que de ala-pívot y Joakim Noah sacrificándose más lejos del aro tanto en ataque como en defensa. Gasol ha tirado casi el doble de tiros cerca del aro (59% de eficacia) que en el rango 4-6 metros. Debutó con los Bulls con 21 puntos y 11 rebotes ante los Knicks y recientemente alcanzó la mejor anotación de su carrera, 46 puntos (y 18 rebotes) ante unos Bucks a los que había anotado 20 puntos en el primer cuarto y 28 al descanso. 48 horas después, cerró con 28 puntos y 14 rebotes el duelo ante los Magic.

En medio del éxito individual de Gasol, Chicago Bulls ha zozobrado. Un equipo que ha perdido entidad defensiva y al que le cuesta aguantar los pulsos ante los mejores de la NBA, un lote al que en teoría pertenece. Con Thibodeau de repente cuestionado por su sistema de abrasión (Gasol juega 35 minutos por noche), la franquicia está en un punto de inflexión (solución o quiebra) que marcará su temporada y definirá la nota final para el español, todavía y mientras se demuestre lo contrario asentado como baza fundamental de uno de los equipos (otra vez: todavía) con más papeletas para jugar la final del Este.

Un viaje largo en playoffs, otra final (sería la cuarta en su carrera) y no digamos un tercer anillo ribetearían con hilo de oro un legado por lo demás ya legendario. La importancia de Pau Gasol para el baloncesto europeo es incuestionable. Y para el deporte español, sencillamente ineludible. No hay muchos momentos más definitivos ni más celebrados que la era de esos Júniors de Oro que él y Juan Carlos Navarro han capitaneado y que se quedó sin broche en el pasado y fallido Mundial. Dos platas olímpicas en dos finales inolvidables ante Estados Unidos, dos oros europeos (2009, 2011) y uno mundial, en Japón 2006. Con Pau Gasol como líder y eje, España consiguió que los demás le vieran como nosotros veíamos antaño a los yugoslavos o los soviéticos: más altos, más fuertes y desde luego mejores. Una historia, la del mejor jugador español de siempre, que sigue escribiendo capítulos y acumulando noches para el recuerdo. La próxima, hoy en el Madison Square Garden. Más de trece años después de su debut en la NBA y nueve después de su primer All Star. Eterno Pau Gasol.