La lesión de Paul George durante un partido de entrenamiento (o exhibición) de la selección estadounidense a principios de octubre del pasado año, era para toda la temporada y, posiblemente, para el principio de la siguiente. Una fractura de tibia y peroné que estremeció el baloncesto y puso en duda la presencia de las grandes estrellas de la NBA en acontecimientos internacionales como la Copa del Mundo. Incluso influyó en la negativa de Kevin Durant a estar en España este verano. La lucha por hacerse con la imagen del actual MVP por marcas deportivas como Nike y Under Armour, estaba en su punto álgido y el miedo a perder una cuantiosa cifra económica afectó al de los Thunder.

Ahora, cuando han pasado cuatro meses, el retorno del alero podría estar más cerca de lo esperado. El propio jugador ya señaló en el Media Day de los Indiana Pacers que estaría dispuesto a volver a las canchas esta misma campaña, siempre y cuando, el equipo llegase a playoffs y Larry Bird, presidente de la franquicia, ve factible esa ida.

"Parece que cada semana está mejor. Así que si tenemos la oportunidad de entrar en playoffs (están a cuatro partidos y medio), veremos si puede conseguir disputar algunos partidos y estar a su vez listo para el año que viene", señaló el mito de los Boston Celtics. "Nosotros no vamos a detenerlo si es capaz de salir y jugar".

Incluso el propio George a través de su cuenta personal de Twitter lanzó una pregunta al aire. "¿Marzo?". ¿Una señal sobre la fecha de su regreso? Veremos. Pero la idea de su vuelta, la noticia sobre una resurrección antes de tiempo, recuerda mucho a lo sucedido con Derrick Rose y sus dos graves lesiones. A mitad de campaña, en playoffs... todas las semanas, un rumor diferente indicaba una fecha, pero al final siempre reaparecía el día que los médicos habían marcado en un principio. Ni antes ni después.