Andrew Bynum es un hombre peculiar. Después de triunfar en Los Angeles Lakers, donde ganó dos anillos de la NBA, el pívot torció su camino y entre lesiones y polémicas fuera de la pista, practicamente puso fin a su carrera como jugador de baloncesto. Desde lesionarse jugando a los bolos hasta pelearse con sus vecinos, los últimos años de Bynum han sido un caos.

Su última gran anécdota la cuenta el periodista Pablo Torre en un reportaje para ESPN: "En un día memorable, el pívot aparcó cerca de Aaron Barzilai, el nuevo director de analíticas de la franquicia, en el aparcamiento de las instalaciones del equipo en el Colegio de Medicina Osteopática de Philadelphia. Cuando Bynum entró en el edificio, Barzilai se dio cuenta de algo que le pasaba al Ferrari negro del jugador, y le llamó. Había conducido desde la estación de servicio sin retirar la manguera de la gasolina del depósito del coche, arrastrándola por la carretera hasta llegar ahí".