“Es la defensa”, repetía una y otra vez Scott Brooks en una breve y destemplada comparecencia ante la prensa tras la estruendosa derrota ante los Clippers, que les habían largado 100 puntos ya al término del tercer cuarto: 85-100. Westbrook también paso con mal gesto por micrófonos, una muestra del estado de ansiedad en el que viven los Thunder. No porque hayan jugado mal las últimas semanas, que no lo han hecho, y desde luego no porque estén descartados de la carrera por el anillo: es la lucha constante contra el cronómetro, la angustia de verse otra vez y después de jugar 64 partidos, fuera de los playoffs. La caída de los Suns que parecía allanarles el camino ha coincidido con el rearme de los Pelicans: 36-29, ahora octavos, con los Thunder en 35-29… y con el desempate a favor de los de Anthony Davis, que también sobreviven a su propia plaga de lesiones pero que han decidido llevar a los de Oklahoma con la lengua fuera hasta la foto finish. Veremos…

Pero el hecho es que los Thunder necesitan a Kevin Durant, que debería volver a jugar en unas dos semanas (veremos si con el pie definitivamente curado). Y no es un golpe facilón y por la espalda a Westbrook en el día en el que no hizo un triple-doble (¡noticia!: 24 puntos, 9 rebotes, 7 asistencias) y sumó 10 pérdidas. No: Westbrook ha jugado a un nivel casi cibernético, metiéndose en febrero en números que regresaban a Jordan, Chamberlain y Robertson. A partir de él y casi sólo de él, su equipo ha ganado 12 de los últimos 17 partidos... pero está sólo 12-10 en el total de que ha jugado con Westbrook y sin Durant. Más (datos de ESPN): nueve de esos doce triunfos han sido ante equipos que están por debajo del 50% de victorias y el balance es de 3-9 contra equipos que superan ese eje del 50%. Datos crudos que contrastan con ese estado de euforia Westbrook (desde luego justificada) que sin embargo no oculta la transcendencia transformadora que tiene Kevin Durant: con él, 18-9 para los Thunder. Sin él, 17-20.

El juego furioso e instintivo de Westbrook chocó esta vez con la materia gris de Chris Paul, esa especie de druida que, no lo olvidemos, sigue siendo uno de los mejores bases de la NBA a pesar de la explosión de la siguiente generación. Paul cocinó en su marmita a Westbrook con un ejercicio de suficiencia que terminó en 33 puntos y 9 asistencias. Redick (25 puntos) y Barnes (22) completaron la carga de la brigada ligera para unos Clippers que siguen sin Blake Griffin. DeAndre Jordan cogió 17 rebotes por los 8 totales que sumaron entre Kanter (18 puntos) e Ibaka (15, 6/13 en tiros). Los triples de Morrow (6/9, 24 puntos) no bastaron en cuanto no apareció la versión sobrehumana de Westbrook: “Va a resulta al final que es humano”, dijo Doc Rivers tras el partido. Sus Clippers, por cierto, siguen vadeando la ausencia de Griffin y marchan 42-23, quintos del Oeste con los Spurs en el cogote (40-23) pero con más margen, gracias a esta victoria, sobre estos Thunder que quizá protagonicen una última y temible carga... en cuanto regrese Durant.