SPURS 96-CLIPPERS 102 (3-3)

Los Clippers sobreviven en Texas: todo o nada en el 7º

El equipo angelino se llevó un sexto encuentro vibrante donde Blake Griffin alcanzó los 26 puntos. Sublime Marco Belinelli desde el périmetro (7/11) para 23 tantos.

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NBA

No había más remedio. Los Angeles Clippers y los San Antonio Spurs estaban abocados a un séptimo partido. El baloncesto reclamaba que esta serie llegase a la agonía final, a ese último encuentro que es un todo o nada. O ganas o casa. Y se ha conseguido por la fe inquebrantable de los angelinos en ello, cuando desahuciados y apaleados, mantuvieron la sangre fría, un espíritu indomable que les ha transferido una personalidad capaz de ganar dos veces en San Antonio, las dos veces que más lo necesitaban, cuando estaban entre la espada y la pared. Vencieron esta madrugada en Texas, en el AT&T Center como lo hicieron en el cuarto. Esta vez lo lograron por 96-102, en un encuentro vibrante que no se resolvió, como debía ser, hasta los taquicárdicos instantes finales. Superaron todo lo que se les vino encima: el ambiente, los pronósticos, Belinelli y, otra vez, la historia: desde 2006 los hombres de Gregg Popovich habían cerrado todas sus series cuando se debían decidir en su casa. Siete para ser más exactos. Los de Doc Rivers asaltaron ese dato al igual que hicieron sobre San Antonio.

No había más remedio. Chris Paul y Blake Griffin no quieren irse tan pronto a casa. Ya están hartos de esa situación. Quieren más y pueden lograrlo. Equipo hay. Entrenador también. Lo que siempre les ha faltado es una suerte, que por esquiva, ha esquilmado cualquier tipo de opción de hacer historia, de colgar en el Staples Center su primer banderín de campeón. Por ello no perdieron los nervios, a pesar de que Chris Paul empezó mal, rematadamente mal los primeros 24 minutos. El base anotó cuatro puntos, todos ellos desde la personal, hasta el descanso. Su primera canasta en juego fue en el tercero (4:46). Su desaparición tuvo que ser paliada por la pareja interior de Rivers: Blake Griffin llegó a los 8 tantos en la primera mitad y DeAndre Jordan, a 15. El pívot no volvería a anotar y sufrió muy, muy pronto el Hack a su persona. Respondió algo mejor que en el resto de la serie, pero sigue siendo un sufrimiento desde la línea de personal. Completó una serie total de 7/15, un 46,7% (llevaba acumulado un 38,6%).

La aportación de ambos fue una necesidad ante lo que se les vino encima. Hay algo especial en los Spurs (es una obviedad, lo sé), pero siempre hay alguien que da un paso adelante cuando las cosas se encasquillan. Normalmente, suele ser cualquiera de su Big-Three o Kawhi Leonard, pero que aparezca otro protagonista no es una gran sorpresa. Hoy le toco la china a Marco Belinelli. El italiano estuvo superlativo desde el perímetro. Fue Vasili Záitsev en Stalingrado alcanzando el 7/11, con dos momentos claves: en el segundo cuarto cuando hizo bingo cuatro veces seguidas (41-32), y al final del duelo. En su primera gran aparición no pudo evitar que se llegará al descanso con empate. Las leyes del baloncesto no iban a dejar escapar a nadie (51-51)

Con la segunda parte en juego, los Clippers trataron de dar un latigazo al encuentro con un parcial 2-11 que dejó a los Spurs dos minutos sin anotar y una diferencia de relativa calma (53-62), que se volvió a encoger antes del último acto (72-76), donde quedaría lo mejor: la vuelta al partido de Chris Paul. El base conectó cinco puntos seguidos (78-85) que no sólo dieron la ventaja vital para que los Clippers se llevaran el partido y alargaran la eliminatoria hasta el séptimo partido, sino que acabó con una sequía de casi tres minutos que estaba adormeciendo el encuentro. Desde ese momento, los nervios para Rivers. Cuando todo estaba finiquitado (90-96, 1:24), resurgió Belinelli: dos triples más seguidos y de nuevo todos muy juntitos: 93-96 y posesión para empatar del MVP de las pasadas Finales, Kawhi Leonard, que no acertó en su triple liberado.

¿Todo acabado, no? Nada se acaba entre estos dos equipos. Con 96-100 y 10 segundos, el italiano volvió a lanzar de tres y en el momento en que el balón decidía si entraba o no, Diaw, primero y Griffin, después, tocaron el balón. Los árbitros entendieron que el ala-pívot de los Clippers había interferido ilegalmente en la jugada y daban el triple por válido. El contagio DeAndre Jordan. Pero unas repeticiones más tarde, los colegiales cayeron en su error y no dieron por buena la canasta. Y ahí sí que acabó el duelo, pero no una eliminatoria que dictará sentencia en Los Ángeles. Mientras, en su casa, James Harden se acaricia la barba a la espera de su rival en semifinales.