BULLS 84 - CAVALIERS 86 (2-2)

LeBron siempre vuelve: canasta para ganar a unos Bulls sin Pau

El alero de los Cavaliers anotó la canasta de la victoria con sólo 1,5 segundos para acabar el partido. Rose fue el máximo anotador del encuentro con 31.

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Estaba completando un partido impropio de su nivel y él lo sabía. Había perdido ocho balones, llevaba un escandaloso 10/29 en tiros de campo aderezado con un sonrojante 1/7 en triples, pero LeBron James siempre está ahí. Siempre vuelve. Como el gran líder que es recibió el balón a falta de 1,5 segundos para el final en el costado derecho del aro de los Bulls, se levantó en las narices de un Jimmy Butler que le había amargado durante buena parte del partido y anotó una canasta sensacional. De esas que pasaran a la historia y perduraran en el tiempo. El tablero se encendió en rojo mientras el balón sobrevolaba el United Center y entró limpió por el aro. ¡Chof! Adiós a la prórroga (84-86) y Cleveland pone el empate a dos en una serie en la que Chicago llegó a acariar el 3-1. Veremos, porque el recuerdo de los últimos segundos de este malo pero alocado cuarto partido puede resultar mortal para los de Thibodeau

Pero antes de recapitular lo sucedido, conviene quedarse con el gran protagonista de la noche. "Cometí un error tras otro error, decepcioné a mis compañeros, pero les dije que me dieran el balón que iba a ganar el partido", explicó. Y lo hizo. Poco antes, con posesión para los de Ohio a falta de 14,3 segundos para la conclusión y con 82-84 en el marcador, había cometido un eror infantil al dejarse encerrar en uno de los rincones del medio campo tras un agresivo dos contra uno de Mike Dunleavy y Derrick Rose. Agobiado, se intentó zafar y acabó derribando al base. Falta en ataque: balón final para los de Illinois. Los Cavs, a punto de tirar por la borda un encuentro que tenían muy a favor con el 79-84 a falta de 41 segundos. Los haters ya se encontraban preparados para arremeter con virulencia contra el cuatro veces MVP.  Se mordían las uñas, se relamían. Y más tras la sensacional penetración de un Rose que a ratos pareció haber viajado en el túnel del tiempo y que ponía las tablas a 84. Sin embargo, llegó el milagro. Hace poco más de 26 años Michael Jordan convirtió en una eliminatoria precisamente ante los de Ohio el ya famoso The Shot. Hoy, LeBron contestó a MJ.

Vayamos por partes. Primero, 'King' James se fue hacia adentro con todo. Noah (empezó de notable y acabó firmando una actuación desastrosa) le salió al frente y consiguió frenarle. Puede que en falta. Los árbitros no señalaron la infracción y el balón siguió revoloteando hasta perderse por línea de fondo. Quedaban décimas (8), pero se recurrió al Instant Replay y se determinó que eran 1,5 segundos los que se interponían entre la prórroga. Tiempo más que suficiente para la redención de un jugador sublime. Excepcional. Firmó un partido para olvidar, cierto, sin la agresividad extra que necesitaban unos Cavaliers que juegan sin Love y con medio Irving (maldito tobillo y condenadas lesiones que están erigiéndose en una de las grandes protagonistas de los Playoffs). Pero concluyó con 25 puntos, 14 rebotes, ocho asistencias y una canasta que puede que no solo determine el devenir de esta serie, sino de la postemporada en el Este.

Pero antes de este desenlace que ya hubiera firmado haber escrito el mismo Christopher Nolan, gozamos con un entretenido y movido primer cuarto y sufrimos con otros tres en los que los errores en la circulación y en el tiro (¿verdad Noah?) fueron una constante. La presión pesaba sobre ambos equipos. En Chicago, finalmente sin Pau Gasol (puede que también acabe faltando al Game 5, dentro de 48 horas en The Q), volvieron a sufrir las ya tan cotidianas desconexiones: unos apagones totales que van y vienen sin la mayor explicación. A los visitantes les dio por encabezonarse con ganar el partido desde la línea de tres puntos (5/25 en triples), pero lo que realmente ocurrió es que estuvieron a punto de tirar todas sus opciones desde más allá del arco. Así que en medio del desprópoisto y el desgobierno, se sucedieron los parciales a favor y en contra de uno y otro equipo. Veamos. Coincidiendo con los únicos minutos decentes de Noah y con un Rose que se sentía a gusto, los toros firmaron un 17-7 que les ponía en ventaja: 37-29. Desde ese instante encadenaron una serie de 13 lanzamientos errados. Así, sin brillar en exceso y con Mozgov intimidando atrás Irving asumió algo de protagonismo con una sola pierna. Entre el base, un Tristan Thompson que dimitó en la segunda mitad y un LeBron bien sujetado por la pizarra de Thibs los de Ohio sellaron un 0-16 que les disparaba hasta el 37-45. Tony Snell puso fin al primer gran apagón de los suyos y entre Rose y Jimmy Butler (cada día que pasa su inclusión entre las superestrellas se ve un paso más cerca) maquillaron la sangría: 45-49 al descanso.

Fin al primer tramo de la montaña rusa. Pero entre medias se iba fraguando ya un parcial de 31-12 que desembocó en un más que preocupante 68-57 para los de David Blatt. Así que el técnico decidió recurrir al small ball (jugar con cuatro pequeños, con LeBron de 'cuatro', y un grande). La táctica le salió bien, sobre todo el emparejamiento de Dellavedova con Rose. El australiano secó a Derrick, quien comenzó a ofuscarse. Nuevo vuecvo al partido y otro superparcial por llegar. Esta vez de 5-23 que dejaba las cosas en un 73-80 tras canasta de un destacado Mozgov. Faltaban cuatro minutos y de repente JR Smith empujó a Nikola Mirotic (no aporvechó como acostumbra los minutos que dispusó y concluyó con 3 tantos en 18 minutos). Técnica para el escolta que, para ser justos, había firmado una primera parte del periodo decisivo soberbia, clavando tres triples que se fueron introduciendo como tres puñaladas en el corazón de los de Illinois. Pero ¡ay su falta de control! Dunleavy convirtió el regalo y la luz volvió a las cabezas de los anfitriones.

Cierto es que solo jugaban para que Rose botase el balón, penetrase y decidiera, pero les valió para meterse de lleno en el partido. Y como ya hemos visto, tras otra de sus penetraciones marca de la casa (cuando está bien físicamente es una delicia para los sentidos verle atacar el aro y suspenderse y rectificar en el aire como sólo él sabe), el United Center estalló de júbilo. Apenas faltaba una defensa para la llegada de un tiempo extra, para la llegada de la oportunidad de dejar muy, muy tocados unos Cavaliers mermados físicamente (LeBron dio el susto al torcerse el tobillo izquierdo) y exprimidos al límite. El resto ya es historia de la mejor liga del planeta. En su peor noche en mucho tiempo, el Rey resurgió de sus cenizas para sacarle brillo a su corona. Sus compañeros le rodearon dominados por la euforia mientras él mantuvo la calma, gélido, como si estuviera pensando en los errores que le habían llevado a anotar el tercer buzzer beater de su carrera en Playoffs. Los mismos que Jordan. Ahora la gran incógnita es comprobar si los Bulls lograrán recuperarse anímicamente de este palo.