ANÁLISIS | PABLO LASO

Pablo Laso, el hombre que devolvió al Madrid a la cumbre

Cuando aterrizó en 2011, su nombramiento pilló a muchos por sorpresa. Cuatro años después busca refrendar su espectacular trabajo con la Novena.

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Pablo Laso, el hombre que devolvió al Madrid a la cumbre
FELIPE SEVILLANO DIARIO AS

Tras el fracaso del proyecto Messina, surgió el gran misterio: conocer el nombre del entrenador que tomaría el timón en el enésimo intento por devolver al Real Madrid a la élite. El elegido fue Pablo Laso, uno de esos técnicos de perfil bajo. Sorprendente decisión. El paso de los años ha acabado por revelar que la apuesta por el vitoriano fue la correcta. Tras el duro varapalo que supuso caer en la prórroga del partido por el título de la Final Four de Milán y en el cuarto partido de la final de la Liga Endesa, con descalificación y posterior huida en silla de ruedas, el último verano fue duro (por definirlo de alguna manera) para el hijo del mítico Pepe Laso. Se vio con un pie más fuera que dentro (si no, que se lo pregunten a Hugo López y a Jota Cuspinera), pero finalmente resistió al frente de la siempre exigente nave blanca.

Puede que tácticamente no sea el mejor entrenador del mundo, pero su gran conocimiento del juego (como jugador, es el líder histórico en asistencias de la ACB) y filosofía han transformado a un club deprimido para devolverle a la cumbre. El Real Madrid vuelve a ser ese equipo admirado y respetado en Europa y, al margen de sus jugadores y dirección deportiva, Pablo Laso tiene mucha culpa de ello. Valga el dato de que ningún técnico en la historia blanca había disputado hasta la fecha tres Final Fours consecutivas.

Y todo ello lo ha logrado con un estilo de juego que ha enamorado a una afición alicaída y deprimida a partes iguales. La gente ha vuelto a llenar el Palacio (ahora Barclaycard Center) y lo más importante aún, lo ha hecho divirtiéndose. La receta es sencilla, si bien muy complicada de llevar a la práctica. Un elevado ritmo coronado con un sinfín de contraataques y transiciones fugaces culminadas con triples. Entre medio, pases de fantasía (la recuperación del mejor Sergio Rodríguez ha llegado de la mano del vasco) y alley-oops que levantan al público de sus asientos. En definitiva puro espectáculo. Algo se le tendría que quedar de su paso por el high school de al otro lado del charco que frecuentó en sus tiempos mozos. Como suele decir el mantra, son buenos tiempos para la lírica. Pero, para que todo esto se produzca a menudo suele pasar desapercibido el trabajo en defensa. Se piensa en el Madrid como un equipo ofensivo, pero lo cierto que suele cimentar sus triunfos partiendo de la intensidad que exhibe en su propio aro.

Un hecho que no ha pasado desapercibido para uno de sus antiguos jefes y rival este fin de semana: Zeljko Obradovic. Con el serbio disputó la fase final de 1996 en París. Ahora, medirán sus fuerzas por primera vez en igualdad de condiciones. La batalla promete. Algo se le tuvo que quedar a Pablo de los dos años que pasó a las órdenes del maestro. En un técnico de apariencia afable y amable trato, llamó mucho la atención sus célebres lasinas durante los tiempos muertos. Tiene carácter. Sin embargo, las diferencias con Zeljko también son grandes. El ocho veces campeón europeo pasó a la primera línea en esto de dirigir de la noche a la mañana. El camino de Laso fue mucho más lento, tocando prácticamente todas las categorías hasta que llegó su salto al estrellato. Ya forma parte de la galaxia, pero para entrar en el Olimpo debe cumplir con éxito su mayor misión: devolver al Madrid la gloria europea. La Novena aguarda, ¿será en el Palacio?