HERBALIFE GRAN CANARIA 86 - REAL MADRID 93 (0-2)

Demasiados Sergios en pista para el Gran Canaria

Los triples de Rodríguez y Llull (9 entre los dos y 48 puntos) frenaron a un excelso Albert Oliver (30 de valoración). El Herbalife Gran Canaria nunca se rindió.

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La batalla no ha durado mucho. El Madrid se mete en semifinales por la vía rápida (2-0). Calca el camino del Barça. Guerra fría entre los dos gigantes a la espera de rival en segunda ronda. Eliminatoria corta, decimos, pero buena, con un Herbalife Gran Canaria que mientras se despedía de su afición seguía agarrando la toalla con los dientes. El brazo incorrupto de Albert Oliver (18 puntos, 5 de 6 en triples, 10 asistencias y 30 de valoración) casi le da una vida extra.

El problema para los locales es que hubo demasiados Sergios sobre el parqué y faltó otro Albert. Entre Rodríguez y Llull añadieron a la cesta 48 tantos (9 triples). Demasiado para el body grancanario. En realidad, demasiado para cualquiera. Junto a ellos, muy buena labor de Ayón y de Maciulis en momentos de aprieto, en un tercer cuarto que puso al Real varios cuerpos por delante en la carrera de fondo (56-65), con solo una baja, la de Carroll, frente a las de Kendall, Urtasun, O’Leary y Paulí. Brecha a la postre definitiva. El Granca consiguió limitar al Madrid, atascó un poco su maquinaria colectiva, le forzó a jugar más en individual y… se quedó sin premio porque por ahí andaban los Sergios. Talento, amigos.

De partida, mismos equipos 48 horas después, escenario diferente. Otra cancha, otra intriga. La tramoya, esa máquina que lo cambia todo, funcionó. Cada uno quiso corregir lo que había hecho mal el viernes manteniendo a la vez virtudes. Aspira al infinito que la cancha ya marcará los límites.

El Madrid, por ejemplo, salió a morder en el rebote y a mover a Tavares del centro de la zona con el juego entre pívots de Reyes y Ayón. Del 0-12 del viernes a cuatro arriba esta vez (2-6). El Granca, por su parte, conservó su intensidad y añadió puntería. Ya no dominaba los rechaces, le arrasaban bajo tableros (26 a 35), pero lograba empujar al adversario a un mar de pérdidas por segundo duelo seguido y eso tiene un mérito enorme. Porque el de Laso es el bloque que mejor cuida las posesiones en Europa y al descanso ya llevaba 9 balones al limbo (14 en total). Aíto lo logró confundiendo al enemigo con la defensa, ahora una zona luego una mixta, más tarde individual, estrechando su circulación (apenas 10 asistencias visitantes).

La suma de parámetros igualaba el marcador al descanso (39-42), pese a que los insulares llegaron a tener ocho puntos de ventaja (37-29). Al final, ese segundo cuarto, lastre blanco tantas veces, lo ganó el Madrid, como en los partidos clave de este curso. Y lo ganó con Doncic en pista en los últimos cinco minutos (+9). Apostar por la juventud es un riesgo que en ocasiones da réditos.

Kuric había pasado de exponente del desatino en el Palacio a prototipo de tirador. Lo que es. Empujó hasta que Oliver le cogió el relevo con diez tantos casi seguidos en el tercer parcial. Luchaban contra la horda de los Sergios, con Ayón ya dominando los aros, con Maciulis percutiendo al poste, anotando también de lejos, liberado. Trabajo colectivo para que sentenciara la clase infinita de los dos bases. Tanto monta, monta tanto.