Tiago Splitter tiene apego a Vitoria. Por lazos sentimentales y deportivos. Aterrizó en la capital vasca en 2000, con sólo 15 años, y conoció a su esposa desde hace un lustro, una joven llamada Amaia con la que contrajo matrimonio en Armentia. Ambos son padres de Benjamin. Así que casi todos los veranos, cuando para el frenesí de la NBA y no compite la selección de su país, se pasa por la ciudad para estar con familiares y amigos, y de paso trabajar en la cancha del centro cívico de Hegoalde, en el barrio de Azurtza. sorprende a los paseantes ver a todo un campeón de la NBA por la zona, pensando que una estrella de la mejor Liga del mundo podría estar por estas fechas veraneando en rincones paradisíacos. Splitter ha dejado este verano San Antonio en un traspaso a Atlanta. Hizo un alto para atender a AS con su habitual simpatía. 

¿Qué hace por Vitoria?

Suelo venir, porque es un sitio donde tengo muchas raíces. Aprovecho para mantenerme en forma también con Iri...

Iñaki Iriarte siempre ha sido importante para usted, él mismo decía que el pasado verano después de ganar el anillo, usted le llamó para darle las gracias.

Es como un padre para mí. Me enseñó muchas cosas, desde cómo botar el balón hasta la zona para comer buenos pintxos en Vitoria (risas). No mantenemos el contacto.

Cierra un ciclo en San Antonio. ¿Triste?

En la NBA pasan estas cosas. Sabía cómo estaba la situación, que podría entrar en un cambio. Es una nueva etapa y estoy feliz. En Atlata hay un sistema de juego similar al de los Spurs. El técnico, Mike Budenholzer, fue asistente de Popovich. Su ayudante Neven Spahija me conoce bien porque me entrenó en España, así que la adaptación será más fácil. Hay mucha gente allí que conozco. Espero ayudar.

¿Le llamó Popovich?

Sí, es posiblemente el mejor entrenador del mundo y aprendí mucho a su lado. Me llamó para agradecerme el trabajo. Todos los compañeros, desde Tim Duncan hasta los más jóvenes, me desearon suerte y me dieron las gracias. Es emocionante.

¿No le sabe mal salir de un equipo campeón?

Atlanta también lo es. Hombre, me habría gustado ayudar a Duncan a ganar más anillos, lo quería con todas las fuerzas, pero ya está, he cumplido el sueño de formar parte de esa organización. 

Jugó en Bilbao siendo un crío, vivió la etapa gloriosa de Baskonia y nadie ha dominado en Europa bajo el aro como usted desde que se fue...

Son etapas que vas cubriendo y estoy orgulloso. No descarto volver algún día a la ACB. Me encanta la Euroliga.

Y es el primer brasileño que gana la NBA.

Todo un orgullo. Te llena de más responsabilidad, espero repetir. Es tocar el cielo.

De Brasil a Vitoria, de Texas a Georgia... la vida en una maleta.

Somos profesionales y sucede. Los dirigentes de los Spurs ya nos avisaron de que iba a haber cambios. Agradezco que fueran de cara en todo momento. Gracias a ellos gané un anillo y les estaré eternamente agradecido. No lo olvidaré nunca. Ni el calor de los aficionados. Cuando he estado en Atlanta me ha gustado lo que he visto. 

Va su amigo Marcelinho para allá. Otro amigo en la NBA.

Me alegro mucho por él. En Europa ha llegado a ser un base muy reconocido y ha ganado muchos títulos. Seguro que lo hace bien. Su calidad y veteranía, como la de Prigioni, será valorada.

Varejao. Nené, Leandrinho, Nogueira... Muchos brasileños con etiqueta NBA.

Abrió el camino Rolando Ferreira y eso habla bien de nuestra progresión. Es un orgullo. Es muy difícil estar en la NBA, ser competitivo.Y ser campeón es mucho más complicado. Estoy orgulloso, feliz por eso, pero espero que otros brasileños logren la misma hazaña. Brasil está bien representada en la NBA y espero que siga así. Cuantos más brasileños, mejor. Espero que no sólo en la NBA, también en nuestro país y por Europa se vea cómo crece nuestro baloncesto.

Los de fuera empiezan a tener peso en la NBA, mire a los Gasol.

Es increíble el nivel que tiene Pau, todos aprendemos de él, fue un pionero. Y Marc... me encanta enfrentarme a él. ¡Cómo ha progresado! 

¿Qué cambió en su vida tras ganar el anillo de campeón?

Creo que no ha cambiado mucho. Mi vida sigue siendo la misma. En cada entrenamiento sigo con ganas de ser mejor. Por supuesto, el reconocimiento de la gente en Brasil, España y Estados Unidos es más alto, pero sigo siendo la misma persona.

Los Juegos de Río se presentan apasionantes.

Sí, todos trataremos de destronar a Estados Unidos. Si estoy disponible, por supuesto trataré de estar. Al llegar a los 30 años se pasa una barrera psicológica, pero me siento bien y espero jugar muchos años porque el baloncesto es mi pasión.

¿Qué sueño le queda por cumplir?

He cumplido muchos: representar a Brasil en unos Juegos Olímpicos, jugar en la NBA, el anillo... Ahora quiero tratar de ser campeón de nuevo y obtener una medalla con la selección nacional.

Pese a sus múltiples ocupaciones no se olvida de la labor social en Blumenau.

Bueno, el trabajo social es un poco difícil de hacer cuando uno se encuentra fuera de Brasil, pero cuando estoy allí, trato de ayudar a la pequeña escuela de Blumenau. Hay una bonita iniciativa.