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¿Son los trombos pulmonares más frecuentes en el basket?

Un estudio realizado por investigadores españoles dice que los jugadores de baloncesto son más propensos. Casos no faltan: Mickeal, Teletovic, Bosh...

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¿Son los trombos pulmonares más frecuentes en el basket?

En los últimos años han sido varios los casos de jugadores de baloncesto que han sufrido un tromboembolismo pulmonar (TEP), una enfermedad potencialmente mortal como le pasó a Jerome Kersey (ex de Blazers, Warrios, Lakers, Supersonics, Spurs…), que falleció por esta dolencia el febrero pasado a los 52 años.

Según una investigación publicada en la revista Medicine & Science in Sport & Exercise y realizada por investigadores españoles (del CIBER de Epidemiología y Salud Pública, del Instituto de Salud Carlos III, y de la Agencia de Salut Pública de Barcelona, con la colaboración de otros organismos), los jugadores de baloncesto podrían ser un grupo de alto riesgo en esta enfermedad. La muestra de casos es amplia. En la NBA, Chris Bosh comenzó a sentir un dolor en el pecho el febrero pasado y días después fue hospitalizado por un coágulo en el pulmón. El ala-pívot de los Heat estuvo más de seis meses inactivo, pero volvió a jugar hasta que esta semana se le ha detectado uno nuevo en el gemelo. La noticia de Bosh llegó poco tiempo después de que el bosnio Mirza Teletovic (Nets) tuviera que aparcar el baloncesto por el mismo motivo y unos años antes lo hizo Andersen Varejao.

Una dolencia que también ha afectado en los últimos años a jugadores en nuestro país. El 2011 fue un año dramático. En un mes aparecieron dos casos: los de Pete Mickeal (Barcelona) y Pape Sow (Baskonia). Además, le diagnosticaron a Martin Rancik un tromboflebitis en la pierna izquierda, una patalogía también muy extraña. En el caso de Mickeal, dos años después el trombo reapareció.

Según el estudio, los deportistas de élite están actualmente expuestos a situaciones de riesgo porque el alto nivel de esfuerzo puede provocar una inflamación crónica o traumatismos reiterados. Además, habría que sumar otros agravantes como los continuos viajes en avión, las inmovilizaciones y el peligro de tratamientos novedosos como las plaquetas de plasma enriquecido.