CAVALIERS 96 - KNICKS 86

Los 82 millones de Tristan Thompson acaban con los Knicks

El ala-pívot fue el verdugo de los neoyorquinos en un duelo en el que Carmelo (6/18 en tiros) y LeBron James (1/5 en triples) no brillaron como acostumbran.

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Partido entre hermanos en Ohio, o eso dicen los protagonistas. LeBron James y Carmelo Anthony se enfrentaban por vigesimocuarta vez en temporada regular (12-11 para el ex de Syracuse antes del choque) desde que arrancaron juntos sus carreras la noche del Draft de 2003. Esta vez ganó el de los Cavaliers (ninguno estuvo bien). Pero no sin esfuerzo y nunca sin un Tristan Thompson que fue amo y señor de la pintura en el momento decisivo: los 82 millones de contrato empiezan a dar sus frutos.

Los New York Knicks, con ganas de olvidar la derrota ante los Spurs, salieron como un tiro (6-0). Intensidad, ejecución y acierto. Carmelo y Kristaps Porzingis, listo para la batalla tras el golpe en la cabeza que se llevó el pasado lunes, se buscaban y se encontraban: canasta de uno, asistencia del otro y viceversa. Mo Williams (el padrino) aguantaba a unos Cavs en los que LeBron falló sus tres primeros tiros. El primer turno de banquillos aumentaba la diferencia entre los equipos (12-2): Grant, Williams y Galloway (12) anotaban en la pintura. Al final, 32-18 para los visitantes en los primeros 12 minutos. Primer cuarto casi perfecto de los Knicks. “Solo les he dicho que salieran a jugar”, decía un Derek Fisher más que contento. Pero quedaba todo el partido.

LeBron, el más joven en llegar a los 25.000 puntos,  empezó a atacar a los pívots y a sumar en la pintura (se reventó las mangas ajustadas de la camiseta porque le incomodaban). Los Knicks resistían los envites y el ala-pívot letón dejó, por segundo partido consecutivo, un gran mate tras rebote ofensivo (esta vez sobre Kevin Love).  Sin embargo, los porcentajes de los visitantes bajaban y con ellos la distancia: 46-38 al descanso con un solo triple de los de Ohio (1-15).

Porzingis (13) tardó tres minutos en volver a sentarse. Cometió la cuarta falta casi tan rápido como después la quinta (no fue un factor en la segunda mitad): errores de novato. Los Cavs empezaron a funcionar mientras las luces del conjunto neoyorquino se iban apagando. Mo Williams seguía siendo el mejor y, después de malgastar varias oportunidades, los locales torcieron el brazo del banco visitante (consiguieron pasar por encima de un inmenso Kyle O’Quinn) con un gran alley oop entre Dellavedova y Tristan Thompson, el hombre del partido. A partir de ese momento, el partido fue un asedio contra un muro de cartón: la defensa estaba destinada al fracaso.

Thompson y Delly (siete asistencias) repetían y el banquillo knickerbocker empezaba a flaquear (no por juego, sino por acierto). Carmelo (17+12, pero 6-18 en tiros) no era importante y LeBron (23) seguía fallando desde fuera (2-17 en la temporada) mientras el ala-pívot de los 82 millones destrozaba a los visitantes. Rebotes en los dos lados de la cancha (13), puntos (10) y un pase a Mo Williams para que éste hiciera sonar la música de The Godfather en The Q: siete arriba los locales y partido casi finiquitado (quedaba partido, pero los Knicks ya estaban KO).

Todavía hubo tiempo para que James anotara cinco más y para que Thompson consiguiera el doble-doble desde la línea.  El ala-pívot luchó todo el verano por el contrato que creía merecerse y los Cavs terminaron pagando ¿Por qué? Porque es un jugador que sin que te des cuenta domina el partido. Dos rebotes aquí, una falta por allí, algún mate por el camino y el canadiense, con todos los focos sobre los LeBron y compañía, dueño y señor del partido.