SUNS 116 - WARRIORS 135

Otro espectáculo más: 22 triples, 41 de Curry y 17-0

Los Golden State Warriors no tienen intención de parar. Nunca. Triple-doble de un Draymond Green All-Star y muchos, muchos triples.

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Sinceramente, creo que no es justo para los mortales. Los Golden State Warriors saltan cada noche a divertirse. Da igual lo que haga su rival, sea bueno o malo, del Este o del Oeste. ¿Por qué? Porque ellos, ahora mismo, son demasiado buenos. No hay rival que pueda hacer frente a lo que significan ahora mismo los de Oakland para el baloncesto mundial. Un tornado, un huracán que no se detiene ante nadie ni nada. Solo les vale ganar y, ahora que lo han convertido en la rutina más excitante del deporte, detenerlos se antoja imposible. Ni los Bulls de Michael Jordan ni los Harlem Globetrotters. Estos Warriors merecen que se acaben las comparaciones, están convirtiendo un sueño en realidad.

Los grandes focos de la NBA les señalan. "Son ellos", diría alguno de los cerca de 20.000 aficionados que se congregaron anoche en el Talking Stick Resort Arena de Phoenix para ver a los vigentes campeones. No conocen la presión. Son solo niños que se pasan un balón de baloncesto. Arranca el partido y sin que su rival (en este caso los Phoenix Suns) se de cuenta empiezan a llover los triples, los highlights y también las sonrisas. Hay un fenómeno inevitable que va tomando forma con el paso de los partidos. En el 80% de los campos de la liga, mucha gente acude a ver a los Warriors. El equipo de su ciudad, y no creo que sea una falta de respeto (es lo que hay...), es lo de menos. La magia de Stephen Curry y compañía está enamorando lentamente a todo el mundo del baloncesto. No aplauden las canastas, pero se escucha admiración y, sobre todo, entretenimiento. Bienvenidos al Show.

Del partido hay poco que contar. Como venimos diciendo, hay que verlos jugar. Solo en el primer cuarto, el MVP 2015 había metido 19 puntos con un increíble 5-6 desde la larga distancia y había levantado tres o cuatro veces al público de sus asientos. Alguno de sus triples, como decía al principio, sencillamente injusto. Hace volar a la gente, lanza desde cualquier sitio, desequilibrado o no, ante buenos defensores, ante brazos infinitos..."Llegados a este punto da todo igual", decían los comentaristas estadounidenses. No les falta razón.

Con 75 puntos llegaron los de La Bahía al descanso (los 135 del final son su mejor registro de la temporada). Repito, injusto. El bueno de Curry se sentó a descansar todo el último cuarto (ya es habitual) con 41 puntos, seis rebotes, ocho asistencias y nueve triples en el bolsillo (9-16, mejor marca de la temporada) en solo 30 minutos. Inhumano, sobresaliente o como lo quieran llamar ustedes. Todo se le queda pequeño (lleva cinco partidos de 40 puntos este año). Draymond Green volvió a dar una lección de fundamentos y acabó logrando su segundo triple-doble de la temporada: va directo hacia el All-Star. Desde el banquillo parece que se turnan. "Hoy me toca a mí", debió soltar Leandro Barbosa antes del choque. El ex de los Suns, cómodo en la que fue su casa durante siete años, se fue hasta los 21 puntos con un solo fallo en el tiro y sin errar un solo triple (5-5). Al final, y pese a los 28 puntos de un T.J. Warren que logró la mejor marca de su carrera y los 21 que anotaron Knight y Bledsoe, el espectáculo se cerró con un total de 22 triples visitantes en solo 38 intentos (58%), récord de una franquicia con la que está disfrutando el mundo entero. 17-0 y 21 victorias consecutivas en temporada regular. Sigan, por favor. La única mala noticia fue la lesión de Harrison Barnes en el tercer cuarto. El alero se torció el tobillo izquierdo y, aunque las pruebas (según Walton) descartaron algo serio, no se sabe el tiempo que estará de baja.