CLIPPERS 120-BULLS 93

Los Bulls de Gasol (15+14+5), 24 días sin dos triunfos seguidos

Quinto doble-doble seguido del español para unos Bulls que volvieron a dar la de arena. Paul, Redick, Crawford y DeAndre Jordan (17+20) lanzaron a unos Clippers superiores.

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Entre el 28 de diciembre y el 7 de enero los Bulls ganaron seis partidos seguidos, un punto óptimo que se difuminó después tal y como llegó, sin muchas explicaciones en este equipo que celebrará a lo grande el carnaval: tiene pasión por disfrazarse. A veces (pocas) de bloque duro con opciones, otras (más) de galimatías sin dirección. Entre un extremo y otro queda una versión real que no sabemos cuándo demonios estamos viendo, un equipo que es como esos tipos con demasiada facilidad para ser olvidados, de los que no recuerdas la cara al instante de darles la espalda. En los últimos 24 días los Bulls han sido incapaces de ganar dos partidos seguidos. Han jugado doce y han perdido ocho (4-8). Entre idas y venidas, más venidas, están 26-20, ya en un mundo distinto al de los Cavaliers (34-12) y cada vez más lejos de los Raptors (32-15). Son terceros del Este pero tienen en la nuca ese saco de equipos que se adelantan constantemente y en el que, si entras, tan pronto eres tercero como séptimo de Conferencia. Cuidado.

Pau Gasol jugó bien. Alarga su figura de jugador que da casi cada noche lo que se espera de él, al menos. Y eso en estos Bulls es mucho. Ha igualado su mejor racha de dobles-dobles seguidos de la temporada, cinco (todos después de su pesadilla ante los Warriors) tras terminar en su segundo partido en L.A., su antigua casa, con 15 puntos, 14 rebotes y 5 asistencias. También 4 pérdidas con un montón de jugadas como playmaker virtual. El español cruzó estilos con DeAndre Jordan, algo así como la bella y la bestia y algo así como las escaramuzas de Derrick Rose contra Chris Paul y Jimmy Butler contra JJ Redick. Ningún primera espada de los Bulls ganó su batalla: Pau tuvo finalmente menos influencia en el partido que ese DeAndre que pertenece (en el mejor sentido de la palabra) al reino animal: 17 puntos, 20 rebotes (12 en un primer cuarto en el que todos los Bulls cogieron 11), 4 asistencias, 4 tapones, un par de sus mates aterradores y un 3/4 en tiros libres cuando los Bulls intentaron un fallido hack-a-DeAndre (terminó con un muy digno 5/8 desde la línea de personal).

Los Clippers se colocan 32-16 y han ganado 15 de los 18 partidos que llevan jugados desde que Blake Griffin empezó a lesionarse, meterse en líos y lesionarse otra vez. En la temporada, 15-3 sin el ala-pívot y 17-13 con él. Tremendo. Y Doc Rivers airea que hay que perdonarle porque en Estados Unidos se perdonó hasta a Nixon mientras ya circula que si tuviera que salir uno del big-three Paul-Griffin-Jordan, podría ser precisamente un Griffin que era hasta hace poco el pilar de este proyecto. Los que hacen correr esta opción hablan de cómo asumirá su carrera la acumulación de años (cumple 27 en marzo) y temporadas, y de que es el jugador por el que más obtendrían a cambio los Clippers en un hipotético traspaso. Que aunque seguramente nunca llegue, ya ha puesto a Griffin en aquello de no faltes porque quizá entonces se descubra que no eres tan imprescindible.

Sin Griffin, Paul lidera a sus anchas, Redick tiene tiros más cómodos con más espacio y el ataque fluye con cuatro jugadores abiertos y DeAndre como ancla defensiva. Los Clippers son peligrosísimos si se les deja navegar, anotar, pensar más en atacar que en defender. Eso hicieron los Bulls, que pasaron de estar en el partido a verse camino de Utah, próximo destino: 63-60 casi en el ecuador del tercer cuarto, 95-77 al poco de comenzar el último. Un par de datos: 17 triples de los Clippers con un descomunal 53% por solo 5 de los Bulls (33%). Y 58 puntos del banquillo local por 18 del visitante. Los Bulls perdieron menos balones (11-9) pero los perdieron en peores momentos. Y dejaron botar a Chris Paul (19 puntos, 7 asistencias) y anotar a su antojo a Redick (21 puntos, 4/4 en triples) y sobre todo a un Crawford (ex bull) que jugó un segundo tiempo majestuoso y terminó con 26 puntos y un 11/15 en tiros. Los buenos equipos han demostrado que no es especialmente complicado contrarrestar estos puntos fuertes de los angelinos. Pero los Bulls que pasaron por la jornada matinal del Staples estuvieron a años luz de ser un buen equipo. Sobre todo tras el descanso, sobre todo cuando se movía el banquillo.

Derrick Rose nunca había perdido con Chris Paul (1-6 ahora en duelos directos) y dejó puntos marca de la casa (20, casi todos en la zona) pero poca dirección. Está por ver si esos flashbacks del viejo Rose son algo bueno o malo para su equipo en el medio plazo aunque, desde luego, es una maravilla verle acelerar con confianza (y recordar...). Butler metió 23 puntos mentirosos: necesitó 22 tiros, se quedó en un rebote y cero asistencias y no fue el factor habitual en defensa. A los Bulls les falló otra vez el estilo y el sostén emocional, se deshicieron al primer guantazo de un rival que tiene sus propios problemas pero que, si le dejan, pega duro en ataque. Otra vez caras largas, otra vez sensación de fragilidad, otra vez la certeza de que no sabemos qué Bulls veremos en el próximo partido… el calendario devora fechas y las preguntas en Illinois siguen siendo las mismas que en noviembre. Mala cosa.