LAKERS 119 - TIMBERWOLVES 115

Kobe (38) acude al rescate de los Lakers ante Ricky (10+15)

La 'Mamba Negra' anotó 14 de los últimos 18 puntos de los angelinos para evitar la undécima derrota consecutiva. No hubo un último reencuentro con Kevin Garnett,

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Y el Staples volvió a cantar con orgullo aquello de "¡MVP, MVP!". No era para menos. Kobe Bryant, quizá en su última gran actuación (esperemos que aún nos tenga más sorpresas guardadas de aquí a su adiós definitivo dentro de dos meses y medio), jugó su mejor partido del curso para evitar que los Lakers dilapidaran una renta de 16 puntos y, sobre todo, para poner fin a la racha de diez derrotas consecutivas de los angelinos. Los de púrpura y oro jamás habían perdido 11 partidos de una tacada. Nunca en su historia. Así que 'The Black Mamba' (duda por unas molestias en el hombro), no lo iba a consentir. Cuando los Timberwolves se pusieron por delante en el marcador (101-102), apareció él para clavar dos triples que daban oxígeno a los suyos (107-102). Los de Sam Mitchell no dieron su brazo a torcer, pero ahí estaba Kobe para, desde la línea de tiros libres, sentenciar el partido. 38 puntos (10/21 en tiros), 7 triples (no anotaba tantos desde marzo de 2008), 5 rebotes y 5 asistencias en 33 minutos de acción: una vez más, gracias por tanto Kobe Bryant. El jugador de más edad en firmar un 35-5-5 desde Karl Malone en 2003.

Para que la noche tuviera un completo sabor vintage faltó la presencia de Kevin Garnett. Fue el único pero. Era la última oportunidad para volver a ver en un mismo parqué al que fuera número del draft 1995 (KG) y el 13 del draft (1996). Hubiese sido bonita una foto de ambos abrazándose. La generación de los 90, esa que tanto nos dio, se va apagando... Pero la vida sigue. No vale la pena vivir anclados en el pasado. Y más mientras podamos seguir disfrutando aún del '24'.

Escoltado por quien debe tomar su testigo (Clarkson, Randle y Russell), tiraron de unos Lakers que rompieron el encuentro en el segundo cuarto para marcharse dominando al descanso por un claro 66-52. Pero ya se sabe, este equipo es capaz de lo peor. En uno de sus momentos más oscuros de siempre, sufre apagones que facilitan parciales de los rivales casi sin querer. Así que, pese a que los Wolves no estén precisamente para tirar cohetes (quinta derrota consecutiva y vigésima en los últimos 23 partidos), entre Towns (14-9), Wiggins (por fin una buena actuación del canadiense) y Dieng (fue quien tiro de los lobos en los últimos compases) fueron reduciendo la distancia. 

A comienzos del último cuarto Wiggins y LaVine perdieron el miedo a pisar el acelador hasta el fondo y a 5 minutos para el final, Minnesota se encontraba mandando. Pero entonces Kobe (prtagonista único y absoluto de esta crónica, entiendan el porqué) acudió al rescate ante el equipo del mismo entrenador al que hace poco más de 10 años le metió 81 puntos. Sam Mitchell no estuvo a la altura del escolta ni antes ni después del partido. Aún debe escocer no encontrar el modo de parar semejante exhibición individual. Pero entre medias de la épica, también hubo momentos para la distensión. Wiggins (autor de 30 puntos) clavó un fadeaway ante la defensa de Bryant que volvía a dejar a los visitantes con opciones (109-106). Entre bromas, este le comentó que dicho movimiento le resulta familar. "Lo he copiado de ti", le vino a decir el joven alero.

Y, a todo esto, Ricky Rubio no pudo repetir su espectacular arranque de curso. En el primer partido (qué lejos queda ya) de esta temporada, y también entre los focos de Hollywood, los Wolves se llevaron una victoria cimentada en los 28 tantos y 14 pases de canasta del base español. Víctima de su ya casi crónica falta de confianza para lanzar (a punto estuvo de comerse el balón en uno de los últimos ataques del encuentro por no mirar al aro), se quedó lejos de aquel resgistro (career high) en anotación. Apotó 10 puntos y 15 asistencias en 29 minutos. En líneas generales, una buena actuación pese a todo. Pero insuficiente para tumbar a un gigante de este deporte. Y es que, el Staples volvió a cantar aquello de "¡MVP, MVP!".