No hubo partido épico, ni final emocionante. Era de esperar cuando se enfrentan el mejor equipo de la NBA y el peor. Es lo normal cuando se miden los todopoderosos Golden State Warriors y los Philadelphia 76ers. El equipo de La Bahía de San Francisco batió sin un gramo de resistencia a estos Sixers (117-105), que en algún momento volverán a resurgir, pero mientras tanto caerán sin necesidad de soplar muy fuerte. Qué se le va a hacer. Así es la Liga estadounidense. Así son las reconstrucciones eternas.

La victoria de los Warriors, de todas formas, es meritoria. ¿Por qué? Porque suman 53 seguidas en casa y 66 en total en esta Temporada Regular. Es la segunda campaña que lo logran (67 la anterior), colándose en ese selecto grupo que sólo tres franquicias antes que ellos habían alcanzado. Hablamos de los Boston Celtics de 1972-73 (John Havlicek) y de 2007-08 (Garnett-Pierce-Allen), de los Chicago Bulls de 1995-96 y de 1996-97 (Jordan-Pippen-Rodman) y de Los Angeles Lakers de 1971-72 (West-Chamberlain-Riley) y de 1999-2000 (Kobe Bryant-Shaquille O'Neal). Solo ellos y los Bulls lo han hecho en temporadas consecutivas. Casi nada. De estos seis legendarios equipos, sólo uno de ellos se quedó sin el anillo de campeón: los Celtics de los setenta. Las señales son muy buenas para una plantilla que sigue destrozando desde el triple y dejando a los rivales sin aliento en los primeros 24 minutos.

Los Sixers trataron de dar algo de guerra al vigente campeón. Comenzaron el segundo cuarto con ventaja en el marcador (32-33) y llegaron empatados al minuto 9 (40-40). Ahí acabó cualquier tipo de resistencia. Con un simple chasquido de dedos, los de Steve Kerr estaban a kilómetros de distancia con un parcial 13-0 (53-40) finiquitado con un triple de Marreese Speights que acabó con dos de tres intentos. El pívot ya suma 22 este curso. En los siete previos hizo 19. Con el viento ya a favor, los Warriors dieron rienda suelta a un ataque, rápido y sin compasión, que superó por 13ª vez los 70 en la primera mitad. Es la misma cantidad que han logrado el resto de equipos de la NBA juntos. Ninguno de ellos lo ha hecho más de cuatro veces.

Speights no fue el único que se divirtió en el perímetro. Otros cuatro compañeros acertaron desde esa distancia. Y aunque en esta ocasión no hubo triple increíble y majestuoso de Curry, hubo la (enésima) explosión de Klay Thompson. El escolta estuvo de dulce y suplantó, en cierta medida, a su hermano. Alcanzó los 40 puntos (4ª vez esta campaña y 8ª en su carrera, siempre en casa) con una fabulosa serie en el tiro de tres de 7/14 (15/27 entre los dos encuentros, según la ESPN). Es la primera vez en su carrera que hace dos partidos con cuatro decenas de tantos... y sólo una asistencia en ambos. "80 puntos y una asistencias, no sé si se ha hecho alguna vez en la historia", comentó Thompson tras un duelo en el que comenzó tímido. Sólo dos en los primeros 24 minutos, pero tras el descanso arrebató cualquier esperanza a Ish Smith (20), Carl Landry (22) y compañía. Logró dos en el tercer cuarto y tres en el último, casi seguidos, que llevaron el marcador al 99-81.

"Todos están emocionados por los 80, yo estoy más preocupado por la asistencia en dos partido", comentó con humor un Draymond Green que hizo su 12ª triple-doble (13 puntos, 11 rebotes y 11 asistencias). Está a tres de Russell Westbrook en ese apartado. Es la primera vez desde la combinación Magic-Jordan en la temporada 1988-89 que dos jugadores se unen para superar la decena de triples-dobles. En esa ocasión, el de los Lakers acabó 17 y el de los Bulls con 15.

Curry, por su parte, superó su media de asistencias de la temporada (6,6) al repartir 8 pases de canasta. Además, hizo 20 puntos. Con dos triples suma 350, a 50 de los 400 y con nueve partidos aún por delante. ¿Lo conseguirá? Nada es descartable. Al igual que entre él y Thompson se combinen para dejar atrás los 700. Ahora suman 603 de los 952 anotados por su equipo: un 63,3%. Todo esto sólo son los fríos datos de un encuentro sin mucha historia... así son los Warriors. Sigan disfrutando.