Con solo seis partidos de temporada regular por jugar, los Chicago Bulls se encuentran en una situación más que complicada. La derrota de ayer en el United Center, ante unos Detroit Pistons que llegaban en back-to-back, deja a los de Hoiberg a dos encuentros de los puestos que dan acceso a los playoffs en la Conferencia Este, un margen que podría ser suficiente para que los de Michigan (2,5 de ventaja) y los Indiana Pacers (hicieron los deberes en Philadelphia) sean quienes disputen las eliminatorias por el título.

Sí, los Bulls se dejaron media temporada en el choque de ayer. No obstante, como dijo tras el partido un Derrick Rose que no jugó por sus problemas en el codo izquierdo, aún tienen opciones de clasificarse para una post temporada en la que todos (sin excepción) dábamos por hecho que estarían antes de que comenzara la presente campaña. El deporte...

No ha habido día tranquilo en Illinois. Lesiones, problemas de todo tipo, un vestuario caliente, un entrenador novato (en la NBA, claro), etc. Lo cierto es que, pase lo que pase de aquí a final de temporada, los aficionados de los Bulls no guardarán con especial cariño sus recuerdos de la 2015-16. Los detalles de Bobby Portis, la 'recuperación' de Rose (entre comillas porque es imposible no pensar en lo que fue en aquel glorioso 2011), la confirmación de Butler como gran estrella de la Liga, el tesón de Pau Gasol, las exhibiciones puntuales de Mirotic, los grandes partidos de McDermott... Bocados positivos de una temporada que, en líneas generales, ha sido para olvidar.

El de ayer solo fue un capítulo más en una campaña de incertidumbre e irregularidad. Aunque un capítulo importante. Con los Pistons a partido y medio y el United Center lleno, los Bulls no fueron capaces de dar el puñetazo que necesitaban. Faltó frescura. Y también acierto. Rose y Gibson no se vistieron de corto y Jimmy Butler tomó las riendas desde el puesto de point guard. El '21' hizo una labor mucho más que decente. Es más, logró el primer triple-doble de su carrera deportiva: 28 puntos (fallón en el triple, 1-7), 17 rebotes (ningún guard de los Bulls cogía tantos desde Michael Jordan en 1997) y 12 pases de canasta (tres robos, dos tapones). Pero solo Pau Gasol le seguía el ritmo, y tampoco con demasiado acierto. El español acabó con 16 puntos y 14 rebotes, pero falló 12 de sus 19 tiros.

Esta vez no funcionó la segunda unidad, que es más primera que segunda en este momento de la campaña, y los Pistons, jóvenes pero serios (Van Gundy...), se llevaron el partido más importante de sus carreras (sus palabras, no las mías). Reggie Jackson, aquel base cuyos 80 millones fueron motivo de burla de medio mundo, sumó 22 puntos. Tobias Harris, el último pequeño (el traspaso fue casi ridículo) gran fichaje, fue el mejor de los visitantes desde el salto inicial (21+7+4) y Andre Drummond añadió un nuevo doble-doble a su tremenda campaña (11+11). "Hemos sobrevivido, gracias a Dios", rezaba un Van Gundy que sabe lo importante que es para este joven bloque que ha creado en Detroit alcanzar los playoffs a la primera. Lo tienen en la mano. Y se lo merecen, sinceramente.

Gasol, histórico

No fue un partido soberbio del pívot español, pero sí suficiente para que el de Sant Boi mordiera de nuevo los libros de historia. Con los 14 rebotes de la noche del sábado, Pau Gasol superó los 10.000 en su carrera en la NBA (10.006), convirtiéndose en el jugador número 38 de la historia de la competición que consigue superar esa redonda barrera. Además, como ya hace tiempo que pasó de los 10.000 puntos (se acerca a los 20.000: 19.144), también se convirtió en el 36º jugador que supera esa cifra en tantos y capturas. Qué carrera. Qué jugador.

Los Bulls no tienen tiempo para descansar: esta noche juegan en Milwaukee por mantener viva la esperanza de los playoffs (con la incógnita de Rose, que no sabe si estará listo). ¿Habrá milagro de última hora en Illinois?