CELTICS 104 – HAWKS 95 (2-2)

¡Partidazo! Thomas y Smart ponen el 2-2 ante Millsap (45+13)

Los Celtics igualan la serie tras remontar 16 puntos (46-62). El dúo de bases y un gran Jerebko dieron la vuelta al marcador. Heroico Millsap. Teague, de héroe a villano.

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NBA

Uno de los muchos y brutales parciales que se vieron esta noche en el TD Garden de Boston catapultó a los Hawks (46-62, minuto 28) de un majestuoso Paul Millsap (45 puntos, 13 rebotes, 3 asistencias y 4 tapones). Desconexión brutal de los Celtics. El 3-1 en la serie asomaba por el horizonte. Pero de repente, se desató la locura. Entre Isaiah Thomas, Marcus Smart (de largo, su mejor partido como profesional) y Jonas Jerebko (una de las grandes historias de los Playoffs la está escribiendo este sueco que pudo fichar por el Real Madrid) protagonizaron una remontada eléctrica. En un visto y no visto, el propio Jerebko ponía el 74-73 nada más iniciarse el último cuarto. Turno para un intercambio de golpes en el que los locales se estaban imponiendo con claridad a los puntos. Todo parecía decidido (sí, una vez más) hasta que apareció Jeff Teague. En 191 minutos de eliminatoria había anotado un solo triple. En el siguiente, el último, clavó dos. Dos puñaladas que dejaron el Garden helado. Pero apareció él, el más bajito (Thomas), para forzar la prórroga: 92-92. En el tiempo extra, Atlanta parecía aún seguir lamentándose por la desafortunada y cómica última posesión que malgastó Teague. El balón se le escapó de las manos. De héroe y villano. Ocasión que aprovecharon los pupilos de Stevens para lograr un triunfo (104-95) de esos que refuerzan la moral. Más aún si tras verte 2-0, regresas a Atlanta con un 2-2 en el bolsillo. El orgullo y tal.

Disculpen el extenso primer párrafo. Pero créanme, este cuarto asalto lo merecía. Casi con toda seguridad sea el mejor partido que llevamos en esta semana y poco de postemporada. ¡Ojalá hubiera más así! Muchos más. Ahora sí, pongamos un poco de orden. Vayamos al inicio. Los Celtics comparecieron mucho más enchufados que su rival. Suerte que Paul Millsap, 26 tantos al descanso —los mismos que acumuló en los tres primeros encuentros— y un jeroglífico imposible de descifrar para la defensa local durante tantos y tantos minutos (hasta que Stevens le colocó enfrente a Smart), y dos triples de Korver (poco más hizo el resto de la noche) mantuvieron a flote al equipo de la ciudad de la Coca-Cola.

Terminado el primer contacto, arrancó la sucesión de parciales brutales: 11-0, 6-18, 13-2 y el 5-27 del que hablábamos justo al inicio. La esperanza se esfumaba en Massachusetts. Pero quien haya seguido habitualmente a lo largo de este curso a estos Celtics de Stevens no les resultarán ajenos estos apagones. Como tampoco sus irrupciones cual Atila el huno. Lo avisaba el mismísimo Reggie Miller en la retransmisión de la TNT. Y así sucedió. Bastó que Isaiah Thomas, el nuevo ídolo absoluto de un TD Garden que le despidió con cánticos de “MVP, MVP”, protagonizara un par de acciones marca de la casa y anotara su primer tiro de tres puntos (0/5 hasta entonces), para que los verdes despertaran. Y vaya sí lo hicieron. Entonces, el genial base de 175 centímetros optó por dirigir el juego de su equipo. Jerebko y Smart tomaron el peso anotador. Mientras, los Hawks erraban demasiados tiros libres y sus pérdidas eran severamente castigadas por un equipo que no paraba de crecer.

Lo contrario que ellos. Sólo Millsap era capaz de sostenerlo (19/31 en tiros por el desolador 18/69 entre el resto de sus compañeros). El ala-pívot se quedó a un punto de la mejor marca personal de su carrera, aunque sí batió su propio registro en postemporada y la mayor anotación individual en lo que llevamos de las eliminatorias por el anillo 2016. Amir Johnson, Turner, Crowder… nadie podía frenarle. Hasta que se las tuvo que ver con Marcus Smart. 20+8+5 y dos robos de balón para el número 6 del draft 2014. Pero esos estupendos números no reflejan la importancia real que tuvo para su equipo, en ambos aros: triples claves, un mate que levantó al público de su asiento, robos de balón, ganando rebotes como si fuera un 2,10 y, sobre todo, secando a Millsap.

Un trabajo y esfuerzo encomiables. Una actuación de esas que puede acabar significando el punto de inflexión de la serie. Lo fue en la prórroga. Millsap ejecutó el segundo lanzamiento de los halcones y no rascó más bola hasta la posesión final, ya con todo perdido. Korver y Teague se empeñaron en lanzar de tres pero no con una mirilla de francotiradores, sino con la de una escopeta de ferias. Hasta cuatro intentos (el rebote ofensivo les dio unas cuantas vidas extra) necesitaron para convertir su única canasta de la prórroga (12-3 fue el parcial): 1/11 en tiros de campo. Lo contrario que en los Celtics. Amir Johnson inició el despegue, Turner (siempre aportando pese a mostrarse algo pasado de revoluciones) zarandeó e Isaiah Thomas ejecutó. Con sus 28 puntos y 6 asistencias empató la serie. No pudo seguir el ritmo de Millsap. Pero fue el loco bajito quien decidió un partidazo de baloncesto.