CLIPPERS 98 – BLAZERS 108 (2-3)

Lillard despierta a tiempo para hundir aún más a los Clippers

Los angelinos, sin Paul y Griffin, resistieron hasta el final del tercer cuarto (71-71). Pero Damian, desastroso hasta entonces, clavó 16 puntos sin falló para poner el 2-3.

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Rostros serios y cabizbajos. Así estaba el banquillo de los Clippers durante los últimos minutos del quinto asalto de una serie que los angelinos arrancaron mandando por 2-0… Ahora marchan 2-3 abajo. Dentro de 48 horas visitarán el Moda Center de Portland con la obligación de conseguir el triunfo. De lo contrario dirán adiós a una temporada en la que las lesiones volvieron a cebarse con sus jugadores más importantes. En su primer envite sin Chris Paul y Blake Griffin resistieron hasta el final del tercer cuarto (71-71). Sin embargo, el despertar de un Damian Lillard horrible hasta entonces acabó por hundirles. El base anotó 16 puntos sin fallo (4/4 en triples durante la racha) que les hicieron bajar los brazos (98-108). Mientras el gafe en los Playoffs del equipo de Doc Rivers parece no tener fin, el milagro de los Blazers se prolonga en el tiempo. Un equipo llamado a ocupar las últimas posiciones del todopoderoso Oeste está a un paso de colarse en semifinales de Conferencia.

Había dudas por ver en qué estado comparecerían los restos de los Clippers tras el varapalo del lunes. En la previa del partido circulaba un dato absolutamente demoledor. En los 1.294 minutos que, hasta entonces, habían disputado sin contar con Griffin ni Paul sobre el parqué el equipo había encajado un parcial desfavorable de -142 puntos respecto al +253 con alguno de ellos presente y el +259 los dos en juego. Sin embargo, tocados en el orgullo, sus compañeros dieron un paso al frente para tomar la delantera en el marcador durante prácticamente toda la primera mitad. Mientras que Maurice Harkless (17 puntos al descanso) era la única fuente anotadora de garantías en los de Oregón ante el 3/9 en tiros de McCollum y el 0/5 en Lillard, los DeAndre Jordan (16+17), JJ Redick, Austin Rivers y compañía entendieron que la única forma para conseguir sacar el partido adelante era remar todos en la misma dirección. La recompensa, el 50-45 que reflejaba el marcador al intermedio.

Pero tras la reanudación, McCollum se enchufó y lideró un parcial de 0-10 que impulsaba a los de Terry Stotts (segundo en las votaciones del premio a Mejor Entrenador). Momento para que Jamal Crawford, incómodo en su faceta de primera espada (6/23 en tiros), acudiera al rescate y lograr apagar el primer incendio. Ante la dimisón total de un desconocido Lillard, el Jugador Más Mejorado del curso y Plumlee (10+15 y 4 asistencias) dieron un nuevo hachazo: 62-71. Portland parecía enfilar la pista de despegue, si bien los minutos de descanso para McCollum coincidieron con la fugaz inspiración de Jeff Green. Todo se resolvería en los ultimos 12 minutos.

Antes de proseguir, recapitulemos. Decíamos que Lillard no había comparecido aún el Staples. Pero llegó a tiempo. 8 puntos del base en los dos primeros minutos del acto final otorgaron a los Blazers una ventaja (76-83) que esta vez ya no soltarían. A partir de ese instante, los chicos de Doc Rivers dejaron de creer. No es que no lo intentaran. Pero la cantidad de agua que les separaba de tierra firme aumentaba por minutos. Cada uno optó por hacer la guerra por su cuenta dejaron de ser un equipo. Mientras tanto en el bando rival, McCollum daba réplica un Lillard que cuando regresó a pista anotó otros 8 tantos en un abrir y cerrar de ojos. Su último triple a tabla (86-102) ya dentro de los 5 últimos minutos fue demasiado. Poco más hizo. Pero le bastó para entregar a la Lob City su certificado de defunción. Bueno, en realidad su muerte se produjo durante la fatídica segunda parte del cuarto partido cuando el coronel Paul y el teniente Griffin dijeron adiós. Todo lo que no fuera un 4-2 final para los Blazers sería un sorpresón mayúsculo. Las caras de Paul Pierce (quizá estemos asistiendo a sus últimos minutos NBA) y el resto así lo reflejaban. Abatimiento total y abosluto.