CELTICS 92 - HAWKS 104 (2-3)

Los Hawks se medirán a LeBron: Boston se va de vacaciones

Atlanta ganó con facilidad en el TD Garden exhibiendo un gran juego de equipo. Los Celtics, desconocidos, maquillaron el resultado en el último cuarto. A pensar en el verano.

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NBA

Los Cavaliers de LeBron James ya conocen a su rival en semifinales del Este: Atlanta Hawks. El equipo de Mike Budenholzer asaltó esta madrugada el TD Garden de Boston (92-104) poniendo así el punto final a su serie de primera ronda contra los Celtics: 4-2. Los halcones exhibieron su mejor versión y por momentos recordaron al equipo que maravilló al mundo la temporada pasada. Sus cinco titulares más Dennis Schroder anotaron en dobles figuras para dejar helada a la animosa afición de Massachusetts. No hubo efecto Garden. Atlanta consiguió poner fin a una racha de diez derrotas consecutivas en Playoffs en el pabellón de los verdes y sumar así su primer triunfo allí desde el 18 de mayo de 1988. Es más, ya no habrá que remontarse a la época del equipo en St. Louis para encontrar su último triunfo sobre los Celtics en una eliminatoria de postemporada. Hablamos de las Finales 1958. 58 años han pasado desde la conquista del primer y único anillo de la franquicia. ¿Casualidad o guiño del destino?

Volvamos al partido. Tal y como sucedió en los actos intermedios del quinto asalto, Atlanta se impuso porque fue el único equipo sobre el parqué en los tres primeros cuartos. Así de sencillo. Los pupilos de Stevens no encontraron la manera de anotar con fluidez. Mérito de la defensa visitante y de su clamorosa falta de acierto desde la larga distancia: 7/32 en triples. En cuanto los Hawks fueron cogiendo ritmo sobrepasaron la barrera psiciológica de los diez puntos de ventaja: 21-32 (minuto 16). Tras un buen arranque del sueco Jerebko, sólo Crowder (el único con la bombilla encendida en pleno chaparrón pese a sus problemas de faltas, +7 para su equipo con él en pista) y una fugaz aparición de Thomas (pudo jugar pese a su esguince de tobillo en el quinto partido) conseguían avivar el fuego local para llegar con vida al descanso (33-41).

La salidad de ambos equipos tras la reanudación se antojaba clave. Unos para agarrarse al partido y evitar recurrir de nuevo a la épica en los minutos finales. Los otros, para asestar el golpe definitivo. Sucedió lo segundo. Atlanta continuaba circulando con elegancia y eficacia el balón (26 asistencias en 38 canastas) a la par que comenzó a martillear en cada ataque los ánimos de su rival. Teague (no se resintió del susto que tuvo nada más comenzar al torcerse el tobillo izquierdo), Korver, Bazemore (grandísima la eliminatoria completada por el alero, haciendo olvidar de una vez al ahora raptor DeMarre Carroll), Horford (esta noche sí, diferencial) y Millsap (dejando su sello en ambos aros: 4 tapones) se iban turnando para golpear el aro celtic. De repente, la renta se disparó hasta los 20 tantos (43-63) mediado el tercer acto. Si querían forzar el séptimo, Boston estaba obligado a repetir el guion del domingo. Tocaba remontada eléctrica o morir. Pero la ansiedad les traicionó. Acusaron su inexperiencia y juventud —ambas van de la mano— para, en vez de actuar como el bloque compacto que ha venido siendo a lo largo del curso, optar por librar numerosas y estériles pequeñas batallas. Unos contra uno y aclarados para encarar el aro como pollos sin cabeza. Y seguir fallando triples (0/9 en el tercer periodo). Su afición entendió pronto que hoy no era día para remontadas heroicas. Una bandeja del odiado Schroder (abucheado cada vez que entraba en contacto con el balón, volvió a tener sus más y sus menos con Isaiah hasta prácticamente abandonar el pabellón), ya a 9 minutos para la conclusión, ponía en el marcador un sangrante 61-89.

Orgullo para maquillar

Sólo entonces despertaron los de Stevens. Ya era tarde, pero apelaron al orgullo. Ese que Red Auerbach (qué curioso, también abandonó el banquillo verde un 28 de abril... pero de 1966) y un Bill Russell ovacionado cuando apareció por el videomarcador establecieron como algo intrínseco al ADN de esta franquicia: la más laureada en la historia de la NBA (17 anillos). Antes de cometer la sexta personal, Crowder comenzó a clavar triples, Tyler Zeller a anotar con fluidez en la pintura e Isaiah Thomas volvió a ser Isaiah Thomas. Por primera vez en toda la noche pudo entrar en ritmo y encarar el aro con la decisión y descaro que acostumbra. Agridulce despedida para el nuevo ídolo bostoniano: 25 puntos y 10 asistencias. Se despide de los Playoffs promediando 24,2 tantos y 5 pases de canasta. Como decíamos, una penetración del base puso el 86-96. Aún restaban 108 segundos. ¿Y si...? "¿Dónde estaba todo esto en los tres primeros cuartos?", se preguntaba con razón Reggie Miller durante la retransmisión para la TNT estadounidense. Pese a que batallaron hasta el final, a Atlanta no le tembló el pulso y, pese a unos tiros libres errados de más, cerró el encuentro sin más sobresaltos.

A partir de este lunes, retarán a los Cavaliers en su mejor momento del curso. Justo lo contrario a como llegaron hace un año a la final del Este ante precisamente LeBron y compañía. Por su parte, los Celtics se van de vacaciones con la cabeza muy alta. Hay proyecto, tienen entrenador (Brad Stevens) y quizá hasta cuenten con el número uno del próximo draft (el último servicio de Paul Pierce y Kevin Garnett al poner rumbo a Brooklyn hace ya tres años). El futuro les sonríe.